Columna en La Tercera: Bases curriculares de 3° y 4° medio

Por Daniel Rodríguez, investigador de Acción Educar.

Recientemente, el Ministerio de Educación publicó un “Documento de consulta pública” con una propuesta de organización curricular para los dos últimos años de la educación media. Estos cursos son los únicos faltantes para terminar una reformulación completa del currículum escolar que comenzó en 2011, de acuerdo a la Ley General de Educación de 2009. Esta propuesta se ha puesto a disposición de la ciudadanía para que ésta se pronuncie al respecto.

Un currículum nacional es un documento complejo y difícil de abarcar, y cuyas consecuencias e impacto sobre el sistema escolar son enormes. Es por esto que vale la pena que toda persona interesada en educación se tome el tiempo de analizar este documento de forma profunda y haga llegar al Ministerio sus observaciones, de manera que sean consideradas en el documento definitivo.

Existen muchos aspectos interesantes de la propuesta a los cuales referirse. El más visible es la nueva estructura de la formación general en tercero y cuarto medio, que es igual para los estudiantes de las modalidades humanístico-científica, técnico profesional y artística. Esta homologación es sin duda necesaria, dado que la actual diferencia entre ambas formaciones da origen a una odiosa discriminación que deja a los estudiantes de técnico profesional en desventaja respecto del acceso y permanencia en la educación superior. Afortunadamente, las asignaturas académicas mantuvieron su lugar como estructura básica del currículum, evitando caer en modas que, si bien son el deleite de ministros y parlamentarios de gustos escandinavos,  poco tienen que ver con nuestro sistema educacional.

La propuesta de plan diferenciado (asignaturas electivas) y su organización parece también pertinente. Se echan de menos opciones orientadas a la tecnología y a la economía, y algunas de las que proponen son demasiado vagas -en particular “Ciencias sociales”-, pero en general se trata de una oferta atractiva y razonable. Se incorporan asignaturas electivas de “Ciencias de la salud” y de “Lectura y escritura en la educación superior”, ambas muy interesantes y que pueden refrescar la oferta formativa de la educación media. La nueva asignatura obligatoria de “Proyecto” es una innovación muy positiva para el contexto chileno, siendo el desafío principal buscar y capacitar docentes para lograr las competencias propuestas en nuestros estudiantes.

Respecto de los aspectos criticables hay uno especialmente grave. El currículum es una herramienta pedagógica concreta, es decir, se espera que sean los profesores de aula los que lo utilicen para su práctica cotidiana. Para que esto funcione, es fundamental que los objetivos de aprendizaje sean claros, directos y acotados, de manera que el profesor pueda identificar con claridad cuáles son los aprendizajes que se espera que el estudiante logre. Esta idea fue central para el desarrollo del currículum de 1° básico a 2° medio, pero aquí parece haberse desnaturalizado. Se opta por redactar los objetivos de manera muy general, desde una perspectiva muy académica y a veces esotérica, lo que los convierte en declaraciones muy lejanas a la sala de clases. Se podrá argumentar que son los programas de estudio los que deben solucionar este problema, pero esto equivale a retroceder a la lógica de los “Objetivos Fundamentales” de la LOCE: declaraciones tan altisonantes como irrealizables, y cuyo espíritu original era escasamente respetado en los planes y programas. El currículum, tanto en su fondo como en su forma, siempre tiene que vincularse a la dimensión práctica de la enseñanza, el aprendizaje y a la pedagogía, es decir al aula. Es de esperar que el Ministerio se aboque a repensar esta forma de redacción tan lejana a la sala de clases, y retome la línea de los cursos anteriores. Esto no implica recargar el currículo: muchos objetivos precisos y claros son menos demandantes que un objetivo general, arcano e inabarcable.

La propuesta, independiente de las críticas, es el resultado de un trabajo responsable, innovador y sin ánimo refundacional, que reconoce el valor de tradiciones y perspectivas que no son propias, dialogando abiertamente y priorizando la viabilidad y el bienestar de los estudiantes por sobre la ideología. Ojalá la retroexcavadora siga estacionada.

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Escrito por Daniel Rodríguez Morales

Director ejecutivo de Acción Educar.