Columna en La Tercera: ¿Es justo condonar el CAE?

Por Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar.

La necesidad de Alejandro Guillier de contar con el apoyo del Frente Amplio para mejorar su posición ante la segunda vuelta lo ha llevado a incorporar a su discurso nuevas consignas, tan difíciles de justificar como de cumplir. Así, con cierta liviandad pero con gran entusiasmo se anunció una condonación del Crédito con Aval del Estado cuyo diseño y efectos merecen un análisis riguroso.

Lo primero es determinar si efectivamente se trata de una verdadera condonación. La respuesta de su propio comando es que en realidad se trataría de una suspensión de los pagos mientras el deudor esté entre el 40% de menores ingresos, de tal forma que mejorando sus ingresos vuelve a pagar reconociendo la deuda total. No es muy diferente a lo que Sebastián Piñera plantea de su programa de gobierno al referirse a un nuevo sistema de créditos estudiantiles.

Despejada la duda de la condonación, queda por aclarar quienes serían los beneficiados. Cuando se anunció la medida, se dio a entender que estaba dirigida a quienes al momento de tomar el crédito estaban en situación de vulnerabilidad. Esa propuesta desconoce por completo el efecto en movilidad social que tiene la educación superior y conlleva una muy equivocada forma de focalizar el gasto público. De hecho, de los jóvenes que están al día en sus créditos, un 62% de ellos pertenecía a los dos primeros quintiles de ingreso al momento de pedirlo y sólo un 11% se mantiene en la misma situación durante la etapa de pago. ¿Por qué habría que condonar la deuda a quienes hoy están en mejor situación?

Cabe preguntarse entonces si la condonación de los créditos se enmarca dentro de un criterio de justicia que debe tener la política y el gasto público. La educación superior aporta bienes públicos, lo que justifica la inversión del Estado, pero también beneficia en forma exclusiva a quien accede a ella, facilitándole el acceso a nuevas oportunidades y mejorando su situación económica. De hecho, de acuerdo a la OCDE en promedio en Chile una persona que tiene estudios superiores gana 2,8 veces más que otra que no los tiene. Esto explica que los mecanismos de crédito sean un elemento importante de la política de ayuda estudiantil, combinados adecuadamente con la gratuidad y las becas. La clave es que dicho crédito no genere sobreendeudamiento, lo que se aborda con un diseño que vincule la cuota a pagar con los ingresos, de tal forma que nunca excedan de un porcentaje de los mismos o que si estos son muy bajos o no se tiene trabajo, el pago se suspenda.

La condonación, que implica un enorme gasto fiscal, tampoco es justa respecto de quienes con esfuerzo han cumplido su obligación de pagar el crédito, o bien en relación a quienes tienen otras carencias que deben ser abordadas por la política pública y, por razones de vulnerabilidad o exclusión ni siquiera han podido acceder a la educación superior. Además, se establece un mal precedente para Chile. ¿Qué incentivo habrá para que el Estado cobre los créditos del nuevo sistema de financiamiento que ambos candidatos proponen?

Leer columna en La Tercera.


Escrito por Raúl Figueroa Salas

Fundador y ex director ejecutivo de Acción Educar.