Por Raúl Figueroa y Gabriel Ugarte, Acción Educar.
Sr. director,
La educación media busca, entre otros, preparar a los jóvenes para su entrada al mundo laboral y a la educación superior. Con ese objetivo existen en Chile políticas focalizadas en los más vulnerables, como la Subvención Escolar Preferencial y otros programas específicos.
Entre estos últimos se encuentra el Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior, al que se refiere Francisco Javier Gil en su carta publicada ayer, que busca entregar las mismas oportunidades a los jóvenes de todos los niveles socioeconómicos. Sin embargo, esta vía especial de admisión a la educación superior es una medida transitoria, tal como lo especifica el mismo programa y se basa, en gran medida, en las capacidades instaladas en los establecimientos; por lo tanto, su éxito depende del mejoramiento de la calidad de la educación parvularia y escolar.
Lamentablemente este programa excluye de su ayuda al 65% de los alumnos vulnerables del sector particular subvencionado, ya que discrimina según la estructura jurídica del sostenedor, excluyendo a los que estudian en escuelas con fines de lucro.
Es por esto que urge enfocarnos en mejorar la educación parvularia y escolar como un todo, partiendo desde un diagnóstico consensuado. Resulta clave, entre otros, apuntar a las competencias docentes y elevar la calidad en la educación parvularia.
Los recursos entonces debieran destinarse a estas prioridades, más aún considerando que Chile está en el grupo de países que menos destina a educación escolar por cada peso invertido en educación superior. En esta línea, la gratuidad universal en educación superior es una política inadecuada.