(Leer carta al director en El Mercurio)
A raíz de la polémica por las Orientaciones en educación sexual difundidas por el Mineduc, se ha
intentado explicar por quienes las defienden, que las familias no son ajenas a la formación de los
niños en la materia, pero nada se ha dicho sobre cómo incluir sus visiones en torno a un tema tan
relevante e íntimo como la sexualidad.
A diferencia de las matemáticas u otras ciencias exactas, la sexualidad humana es inseparable de
la visión antropológica del mundo, y el Mineduc mediante sus Orientaciones (2023), en lugar de
señalar la necesidad de respeto por toda persona humana, por el hecho de serlo – como debe
ocurrir en toda democracia – insiste en que la única forma de hacerse cargo de las discriminaciones
es a través de la deconstrucción de los estereotipos de género e inculcando que es la identidad de
género y no el sexo biológico, lo que hace a una persona ser hombre o mujer.
Las familias y los proyectos educativos elegidos por estas pueden disentir de esta visión única que
guía al Ministerio, principalmente porque son contrarias a sus propias convicciones, ya que
ciertamente no hay un acuerdo ciudadano ni mundial al respecto.
El rol del Ministerio para que no se vea afectado el derecho a la educación de nadie, debe ser, por
tanto, constatar posibles factores de riesgo y pedir a los colegios especial atención y respeto
absoluto por toda persona, pero no imponer un diagnóstico y solución que pasa a llevar
convicciones profundas de las familias, distintas de la línea ministerial.
Leer carta al director en El Mercurio