Por Pía Turner, encargada de Proyectos de Acción Educar.
A más de un año desde que comenzó la pandemia son múltiples los estudios que han levantado evidencias sobre el impacto que ésta ha tenido en la salud mental de niños, niñas y adolescentes; lo que se suma a los atrasos en sus aprendizajes y al deterioro en su salud física (esta semana se publicaron resultados sobre el aumento en la obesidad infantil, por citar solo un ejemplo).
Es por ello que resulta incomprensible que para las comunas en cuarentena no se considere ninguna medida para promover el bienestar de la población infantil y adolescente, y tan sólo se espere que se sumen a la banda horaria diseñada para que adultos hagan deporte, en un horario inadecuado para sus rutinas.
Nuestros niños y adolescentes están entre el grupo que ha pagado los mayores costos de esta pandemia, y, más allá de los enormes esfuerzos por darle continuidad a su educación y propiciar el acceso a actividades presenciales en sus establecimientos educacionales, casi no han sido considerados en la política pública. Es de esperar que esta situación se corrija a la brevedad, y se restaure el permiso para realizar actividad física de menores de 18 años o se diseñe una banda horaria específica para ellos, con todas las regulaciones para disminuir los riesgos de contagio.
Leer carta al director en El Mercurio.