A fines del año 2022, el Presidente de la República junto con el ministro de Educación hizo un acto público para afirmar que la reactivación educativa – léase el conjunto de esfuerzos públicos y privados orientados a reparar el daño producido por la pandemia en educación escolar – sería la prioridad del Gobierno. Sin embargo, el Plan diseñado para este efecto es de una escala muy reducida, está pobremente financiado y a la fecha carece de una evaluación que lo sustente. Lo anterior preocupa además porque, en los hechos, la autoridad ha seguido empeñada en iniciativas que apuntan en una dirección distinta y a ratos contradictoria, como es la condonación del CAE y la agenda de un gremio docente. Lamentablemente, se perdió la oportunidad de cambiar esta trayectoria en la Ley de Presupuestos 2024. La reactivación ha ido desapareciendo de la agenda pública.
(Leer carta al director en El Mercurio)
Si bien los resultados del Simce han dado ciertas señales de recuperación, las consecuencias del cierre extendido de las escuelas solo las veremos en el largo plazo. Es necesario que el Gobierno alinee sus acciones con el discurso, fortaleciendo y expandiendo las medidas en esa dirección, reasignando recursos desde educación superior a reactivación de educación parvularia y escolar, y evitando que los pocos recursos frescos con que se cuenta terminen en proyectos de ley que, por complacer a grupos de interés, amenazan la calidad y equidad del sistema. Esperamos que el Ministerio recuerde su compromiso público con la reactivación y la manifieste día a día en su agenda y sus acciones.