Por María Jesús Castro, investigadora de Acción Educar.
Sr. director,
Tal como se informó en La Tercera, en la última década han cerrado sus puertas 64 instituciones de educación superior, afectando a un total de 42 mil alumnos. A esta cifra se podrían sumar los 2.600 estudiantes de la Universidad de Pacífico (UPA), entidad que atraviesa una severa crisis financiera.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el cierre de una institución no siempre debe ser visto como algo negativo. No cabe duda que dicho proceso es traumático para la comunidad educativa, pero mantener planteles funcionando de forma artificial pese a no tener la capacidad de sustentarse es un daño mayor al sistema y a las expectativas de sus miembros.
Además, en mayo entrará en plena vigencia la Superintendencia de Educación Superior, la cual está ampliamente dotada de facultades para identificar y prevenir este tipo de situaciones. Dicho organismo tendrá la misión de acompañar el desarrollo y prever riesgos, también deberá transparentar casos como el de la UPA, los que muchas veces han sido pasados por alto a pesar de las advertencias previas.