Escrita por Ana María Peñafiel, investigadora de Acción Educar
Resultan positivas las últimas declaraciones del ministro de Educación haciendo alusión a que se vienen “novedades” respecto del uso obligatorio de la mascarilla en la sala de clases.
La evidencia es contundente en señalar el impacto negativo que tiene su uso prolongado en los procesos de aprendizaje, afectando el desarrollo de la lecto-escritura, así como en la modulación y el desarrollo socioemocional y cognitivo de los niños.
En un contexto en donde se ha demostrado que los más perjudicados durante la pandemia han sido los niños, y considerando la baja letalidad del virus y la alta tasa de vacunación de nuestro país, resulta imperativo que nuestras autoridades se replanteen y modifiquen la actual normativa, de manera de poder retomar procesos de enseñanza y aprendizajes, así como de interacción y de sana convivencia en libertad y sin restricciones.
Es de esperar que se escuchen las iniciativas de los distintos movimientos ciudadanos y avancemos hacia políticas que nos permitan, con medidas concretas, poner a los niños primeros en la fila y revertir el daño causado por el Covid-19.
Más que esperar a bailar este 18 sin mascarilla, esperemos emprender de una vez el camino de recuperación de aprendizajes.