Columna en El Dínamo: La necesidad de una educación flexible

La especulación sobre la fecha y condiciones del retorno a los colegios ha ocupado un lugar importante en la discusión desde hace algunas semanas. Y es que, sin lugar a dudas, la educación presencial es mucho mejor para nuestros niños y adolescentes -en especial para los más vulnerables- que la educación a la distancia que el coronavirus nos ha forzado a implementar.

En efecto, los colegios son mucho más que proveedores de contenidos, ya que también son comunidades donde los alumnos reciben la oportunidad de sociabilizar y aprender con pares y docentes, de desarrollar habilidades socioemocionales, de recibir apoyos psicosociales y de escapar de las carencias que existan en el hogar, entre otros.

Sin embargo, actualmente los establecimientos están cerrados, y aún no sabemos la fecha en que reabrirán, o si la misma reapertura será definitiva. Es más, el retorno a las escuelas ni siquiera depende de criterios de educación, sino más bien de criterios sanitarios. Por lo tanto, pareciera que lo razonable es focalizarnos en el principio de la flexibilidad propuesto por el Gobierno, y en diseñar políticas educativas que puedan adaptar el apoyo a las familias y establecimientos más vulnerables a un contexto de medidas sanitarias inciertas.

De esta manera, para reducir el período de “reacción” ante cada cambio que la pandemia genera, necesitamos de protocolos que guíen una adecuación rápida de los programas, y que incorporen la perspectiva y realidad de los alumnos y sus familias, de los docentes y en general de las comunidades educativas. La reciente flexibilización del uso de los fondos SEP (Subvención Escolar Preferencial) es un buen ejemplo del tipo de políticas flexibles que necesitamos, ya que permite a los directivos reasignar recursos de acuerdo a las necesidades que tengan para cumplir con medidas sanitarias.

Además, estas políticas deben cumplir, cuando sea posible, con disminuir la incertidumbre que tanta ansiedad produce en la ciudadanía. Las autoridades ya han ido determinando e informando sobre algunos de los temas que están bajo su control, por ejemplo, la readecuación de los contenidos para la prueba de admisión a la educación superior, y es de esperar que continúen con esos esfuerzos para ir generando mayor confianza en las decisiones.

Hoy, cuando el desarrollo de nuestros niños y niñas depende como nunca de la realidad de sus hogares, es clave que se tomen las medidas necesarias para que no aumente la brecha de oportunidades ya existente entre los chilenos. Es por esto que no debemos perdernos en la discusión sobre la educación: independiente de si nuestros estudiantes están en sus hogares o escuelas, debemos hacer lo posible por dar continuidad a los programas que los apoyan, y por minimizar las consecuencias que esta pandemia ya está teniendo ellos, para lo cual es necesario dotar de mayor flexibilidad a nuestro sistema educacional.

Por: Pía Turner, investigadora senior de Acción Educar.

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Escrito por Pía Turner Ruiz-Tagle

Encargada de Proyectos.