Columna en El Dínamo: Se buscan liderazgos

La polémica sobre Aula Segura permite reflexionar sobre el liderazgo de los actores políticos, a quienes les corresponde la política pública y legislativa.

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Se acerca el fin de año y los colegios entran en una dinámica que ya conocen: últimas pruebas, cierre de promedios, actos de fin de año, despedidas, reconocimientos y licenciaturas. Luego los equipos directivos y docentes entran en un periodo de evaluación de lo que fue el año y preparación del que viene.

Haciendo una revisión de este año, el retorno a la presencialidad fue la gran novedad y la que desafió a las comunidades y al sistema educativo en diversos ámbitos. Sin embargo, hubo una constante que se mantuvo: los conflictos de convivencia y de violencia al interior de las escuelas. Si a esto le sumamos las cifras de deserción y ausentismo escolar recientemente divulgadas, el 2022, en educación, cierra con un sabor amargo.

Centrándome en la violencia y en los liceos emblemáticos de la comuna de Santiago, estas últimas semanas conocimos las denuncias de varios ex rectores, quienes afirmaron que la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, habría ordenado no aplicar la ley “Aula Segura” en los establecimientos de la comuna. La autoridad desmintió los hechos, sin embargo, su propuesta de campaña de poner fin a esta política, junto con el poco apoyo a los directores en esta materia, clarifica su posición. No deja de llamar la atención que la Corte Suprema se haya pronunciado en pos de resguardar el estado de derecho, que las leyes se deben aplicar siempre, y que no dependerá de la discrecionalidad de una autoridad si éstas rigen o no. La Corte, a diferencia de Hassler, no solo cumplió su rol, sino que ejerció su liderazgo.

Enfrentar los desafíos en educación exige que todos los involucrados no solo cumplan sus funciones, sino que ejerzan su liderazgo. Para la mejora del sistema, esto es de suma relevancia y se le suele asociar solo a los directores y profesores, en la conducción de la escuela, innovación en las prácticas de aprendizaje, ser motores de motivación y hoy, le sumamos la labor de reencantar a las familias con la educación. Para enfrentar la violencia y conflictos, es necesario potenciar y fortalecer dicho liderazgo, otorgándoles mayores atribuciones, facilitando herramientas y recursos en caso de ser necesario.

La polémica sobre Aula Segura permite reflexionar sobre el liderazgo de los actores políticos, a quienes les corresponde la política pública y legislativa. Más allá de la condena categórica (lo mínimo que se les exige), el 2022 termina sin resultados relevantes de los programas y planes ejecutados, para enfrentar la violencia. Vemos ausencia de voces líderes y directrices claras para recuperar las aulas y poner término a la impunidad de los violentistas.

Por un lado, vemos a un Ministerio de Educación, cuya estrategia fundada en el diálogo, lamentablemente, no ha tenido frutos con los estudiantes. A su vez, el Ministerio del Interior, tuvo similar resultado con los directores de los liceos emblemáticos. Desde el plano local, declaraciones como las de los alcaldes y sostenedores Jadue y Hassler, no aportan con la misión. Finalmente, en el parlamento, si bien se ha ejercido la facultad fiscalizadora al Gobierno, las agendas de las comisiones de educación no demuestran un avance significativo en otorgar mayores herramientas a los equipos directivos de los colegios, optándose por asuntos que no se hacen cargo de la crisis. El liderazgo político en educación, una vez más, deja mucho que desear.

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Escrito por Simón Pinto Flores

Investigador legislativo