Columna en El Líbero: Aprendizajes, primera prioridad

La “recuperación educativa” que han impulsado las autoridades no parece avanzar a un ritmo aceptable y las brechas socioeconómicas se profundizan. Es necesario alertar, sin bálsamos, de la crisis en la que está nuestro sistema educacional y las consecuencias que tendrá.

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La Encuesta Nacional de Monitoreo de Establecimientos de Educación en Pandemia (ver aquí), llevada a cabo por la Universidad de Chile, la Universidad Católica y el Ministerio de Educación, incorporó por primera vez preguntas referentes a la cobertura curricular. La cobertura curricular es un indicador de gran relevancia. Intenta reflejar en un porcentaje cuántos de los conocimientos, habilidades y actitudes del currículum han sido abordados por los docentes en la sala de clases. Si bien puede tener muchos alcances y definitivamente no es equivalente a aprendizaje, sí refleja la oportunidad de aprender que la escuela le brinda a los niños.

Los resultados deben ser estudiados en profundidad. En promedio, los colegios de la muestra han abordado el 70% del currículum esperado, lo que parece una cifra razonable dado lo avanzado del año escolar. Pero esconde dos cosas. 

En primer lugar, no se trata del 70% del currículum usualmente determinado para años normales. Hoy se está aplicando -de forma inicialmente excepcional- un currículum priorizado que solo considera una selección de objetivos de aprendizaje esenciales. En los primeros años de la pandemia esta medida fue necesaria, dada la suspensión generalizada de las clases presenciales. Pero el hecho que haya sido necesaria no implica que no tenga costos. La reducción del currículum implica que los niños serán expuestos a menos experiencias de aprendizaje, o que éstas estarán menos enriquecidas de contenido. Esto empobrece la experiencia escolar de los estudiantes y nos deja atrás en comparación con lo que otros países están enseñando a sus niños. Por eso debe ser una medida transitoria. En consecuencia, ese 70% no es un número para estar conformes.

En segundo lugar, el promedio esconde variaciones importantes. Según el informe, el 43% de los establecimientos municipales y el 38% de los dependientes de servicios locales cubrió menos del 70% de su planificación curricular. Este valor es de 26% en los particulares subvencionados, y apenas 5,5% de los particulares pagados. Si bien los valores son autoreportados (la diferencia de 20 puntos entre municipales y particulares subvencionados parece demasiado alta, y el valor de los particulares pagados es, por su parte, demasiado bajo), la heterogeneidad muestra que la eficiencia del sistema es desigual.

Si mezclamos ambos elementos, el panorama es negativo. Los números, de forma simplificada obviamente, nos están diciendo que un poco menos de la mitad de los colegios municipales no alcanzó a cubrir siquiera lo esperado de un currículum ya reducido. 

¿Logra instalarse en la agenda la urgencia y la gravedad de lo que ocurre? La Ley de Presupuestos ya fue una oportunidad perdida: se proveyeron muy pocos recursos específicos para la recuperación, y solo para los colegios estatales. Estos pocos datos (tendremos más y mejores una vez que se aplique el Simce que el Mineduc quiso eliminar) muestran que la “recuperación educativa” que han impulsado las autoridades no parece avanzar a un ritmo aceptable, y que las brechas socioeconómicas se profundizan.

Quedan espacios de acción que pueden ser tomados por la autoridad. Sin embargo, para ello se requiere detallar mejor el diagnóstico, invertir más recursos y particularmente, cambiar el discurso. Es necesario alertar, sin bálsamos, de la crisis en la que está nuestro sistema educacional y las consecuencias que tendrá, tanto a la población como al propio gobierno. Es preciso también priorizar –quizás la condonación del CAE y de la llamada deuda histórica podrían revisarse– y seguir empujando la recuperación como la prioridad, aunque perturbe a gremios y grupos de interés.

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Escrito por Daniel Rodríguez Morales

Director ejecutivo de Acción Educar.