Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.
Los cambios anunciados por el gobierno al plan Paso a Paso y el retroceso de comunas a cuarentena en el país, que provocará que casi 14 millones de personas estén confinadas a partir del jueves, no deja a nadie indiferente. Y es precisamente en estos momentos cuando no nos podemos olvidar del bienestar de los niños y, en especial, de la primera infancia.
Como se ha repetido en reiteradas ocasiones, la pandemia ha traído graves consecuencias en los niños y estudiantes. Hace algunos días la Universidad Católica realizó un seminario denominado “Educación temprana y pandemia: Resultados de una Medición durante la Emergencia”, en el cual se presentaron datos que permiten magnificar los efectos que ha tenido la pandemia y, en consecuencia, la falta de presencialidad en los niños de edad preescolar. Así, se evidencia un aumento significativo de las brechas con generaciones anteriores, un rezago en el vocabulario y desarrollo general y socioemocional, al punto que se hace una simulación que permite estimar que los efectos en los niños son equivalentes a quitarle el título universitario a la madre, consecuencias que no son de corto plazo, sino que son impactos que se mantienen en el tiempo y de largo plazo.
Lo anterior es grave y no se puede minimizar. Por ello, las decisiones sanitarias para determinar el cierre de escuelas y jardines infantiles deben también considerar estas implicancias y sopesarlas respecto de los riesgos de contagio o control del virus desde las comunidades educativas.
La evidencia da cuenta que los menores de 10 años tienen un nivel de contagio menor, así también el cierre y apertura de las escuelas no han sido significativas en la transmisión del virus. Además, está la experiencia de países como Inglaterra, Francia, España, que aún en situación de cuarentena han mantenido abiertos sus jardines infantiles.
Poner a los niños primero implica tomar todas las medidas necesarias para resguardar su bienestar. Así, incluso en situación de cuarentena es posible plantear soluciones para mantener la presencialidad, al menos de grupos prioritarios, como los niños en su primera infancia, estudiantes más vulnerables y con necesidades educativas especiales.
Por supuesto que serán necesarios nuevos esfuerzos desde la escuela, extremando las medidas sanitarias, determinando aforos, fortaleciendo las medidas de trazabilidad y testeo, etc. Pero también requiere nuevos esfuerzos de los padres. Los cuidados de las escuelas no sirven si las familias no tienen los mismos cuidados en sus hogares, si se mantienen las reuniones sociales y especialmente si envían a sus hijos presentando algún tipo de síntoma, ya sea asociado al Covid-19 o a cualquier otra enfermedad. Problema que ha sido levantado por las escuelas como una dificultad para el éxito del regreso presencial.
No sirve ya seguir repitiendo “los niños primero”, lo que hace falta son acciones concretas que lo evidencien y pongan en práctica.