Por Magdalena Vergara V., directora ejecutiva de Acción Educar.
Los hechos que hemos vivido estos días en nuestro país han removido nuestra sociedad. El malestar que se denuncia en las calles y la violencia con que se ha actuado requieren de una reflexión seria, y ser abordados con responsabilidad y sentido crítico.
Parte de esta reflexión tiene que ver con los valores democráticos de nuestra sociedad, y la educación tiene cabida importante en esto, pues es en ella donde se forman los nuevos ciudadanos.
Por un lado, los establecimientos escolares de manera privilegiada pueden vivir desde su interior lo que es una vida en comunidad, pues los distintos miembros se agrupan y se ponen al servicio de un bien que es buscado en común: la formación integral de los estudiantes. Es precisamente eso lo que permite que de manera muy particular se puedan experimentar los valores propios de una sociedad, como la participación, la tolerancia, el respeto por la institucionalidad. Si bien la formación cívica es importante, es esta experiencia la más significativa para la vida en democracia. Por ello es tan grave cuando las comunidades escolares se rompen o debilitan, como es el caso del Instituto Nacional, porque impiden una formación virtuosa de los valores democráticos.
En modo similar, las universidades terminan por formar a los estudiantes, siendo un espacio donde se reflexiona acerca de la sociedad, desde donde surgen nuevos pensamientos y propuestas para dar solución a los problemas de nuestro país. Especialmente en ellas se ponen en práctica los valores democráticos, en la medida que se generan los espacios de diálogo y discusión, poniendo en común ideas diversas para llegar a consensos. Por ello es preocupante cómo al interior de ellas se extreman ciertas ideas, dejando de lado la tolerancia y el respeto, como ha ocurrido al interior de la Universidad de Chile, con estatutos que impiden la participación de ciertas posturas y compañeros que no permiten el ingreso de otros.
La manera en que los establecimientos comprendan esto tiene implicancias en los bienes que promuevan. Hoy más que nunca vale la pena preguntarse por aquellos principios que queremos resguardar de nuestra democracia y la manera en que los promovemos. Cuáles son los valores que queremos entregar a los estudiantes.
No es tarde para reflexionar sobre estas cuestiones, al mismo tiempo que se busca restablecer una confianza en las instituciones para lograr el diálogo, el respeto y la tolerancia que nos permita alcanzar soluciones.