Columna en El Líbero: Entre otras cosas, el Simce

Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.

Un año más el Simce presenta, en general, un panorama ya conocido. Por ejemplo, respecto de las diferencias de puntaje por nivel socioeconómico, si bien hace una década la brecha de puntajes era mayor, desde hace tres años que no ha habido mayores cambios. De hecho, esta disminución se debe a una baja en los puntajes del nivel socioeconómico alto, y no un alza del nivel socioeconómico bajo. Historia conocida también es la que vemos en cuanto a género. Las únicas diferencias en puntaje se ven en lectura, donde las mujeres sacan en promedio 15 puntos más que los hombres.

Tal vez la única buena noticia son los avances en los niveles de aprendizaje en cuarto básico. En 2014 un 37% de los estudiantes en cuarto básico tenía un nivel “adecuado” de lectura, mientras que en 2018 un 45% está en dicho nivel.

Como de costumbre, se hicieron presente los detractores de la prueba. Sin embargo, más allá de la discusión sobre la idoneidad de ésta -debate que sin duda es legítimo- la realidad es que entrega indicadores sobre el aprendizaje de los alumnos y los conocimientos que debiesen manejar en los distintos niveles en que son evaluados. De esta manera, cada establecimiento puede adoptar los mecanismos que sean necesarios para fortalecer aquellas áreas que están más débiles.

Lo principal y obvio sería enfocarse en los métodos de enseñanza. No obstante, existen una serie de factores igual de relevantes que son necesarios tener presente.

Estos días se ha visibilizado la preocupante realidad del ausentismo crónico. Niños que faltan 20 días o más a clases, teniendo graves consecuencias en su aprendizaje, generando una fuerte brecha respecto de sus demás compañeros en cuanto a los conocimientos adquiridos -lo que se refleja en sus resultados Simce y afectándolos incluso en aspectos conductuales. Hay aquí un gran desafío respecto de cómo se generan los compromisos tanto de la escuela como de los padres, para comprender el valor de asistir a clases y cómo se pueden tomar las medidas preventivas para evitar llegar a un ausentismo crónico.

Relacionado a esto, cobra especial relevancia el liderazgo directivo. Un buen liderazgo al interior de la escuela incide en los resultados de los alumnos. Así, es posible crear cambios institucionales que lleven a una mejora pedagógica integral de la escuela, incidiendo en los métodos de aprendizaje de los docentes, incentivando el trabajo en redes, las evaluaciones y una mejora constante. Al mismo tiempo que genera mayor compromiso y sentido de pertenencia con la comunidad educativa.

Con todo, los Servicios Locales de Educación Pública tienen un gran desafío por delante, por ello su implementación no puede quedar en segundo plano. Serán ellos los principales encargados de tener que levantar a aquellos establecimientos que se encuentran en categorías insuficientes, de mejorar los resultados académicos de los alumnos más vulnerables y lograr valorizar la importancia de asistir a clases y el compromiso con los padres, mediante capacitaciones y apoyos que puedan entregar a cada uno de los establecimientos de su dependencia.

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Escrito por Magdalena Vergara Vial

Ex directora ejecutiva de Acción Educar