Por Magdalena Vergara, investigadora de Acción Educar.
Hace unos días el gobierno dio a conocer que más de 60 mil alumnos asisten a establecimientos de educación escolar en peligro de cierre. Esto, porque por tercera vez consecutiva, cerca de las 200 escuelas en cuestión -conforme a la Ley de Aseguramiento de la Calidad- fueron clasificadas en la categoría de desempeño insuficiente, pues no cumplen con los estándares mínimos exigidos. En consecuencia, si no mejoran su calificación en 2019, se les revocará su reconocimiento oficial.
A pesar de que el tema es alarmante, la administración anterior no le puso la atención necesaria a aquellos colegios que han estado en permanente riesgo. La clasificación según niveles de desempeño que establece la normativa se creó precisamente para poder focalizar de mejor manera la ayuda hacia los establecimientos más débiles y a los cuales acuden los alumnos más vulnerables. Por ello, no podemos sino mirar con expectativa la política que recientemente ha anunciado el Ministerio de Educación, denominada “Escuelas Arriba”. Ésta viene a hacerse cargo de una tarea olvidada, buscando entregar apoyo que permita a los estudiantes mejorar en su aprendizaje y evitar al mismo tiempo el cierre de los colegios, apuntando en dos ejes: combatir el ausentismo y reforzar a los alumnos.
La preocupación por la asistencia escolar parece alentadora, pues sin duda un alumno que no va a la escuela no aprende, derivándose de ello múltiples problemas, que en el peor de los casos terminan en la deserción del sistema. A pesar de su importancia, ha sido una problemática invisible, y que, debido a incentivos mal puestos y falta de herramientas, los establecimientos no han tenido la capacidad de abordar.
En cuanto a la nivelación y reforzamiento, se presentan desafíos, algunos de los cuales fueron planteados por la propia ministra Marcela Cubillos. Si bien la próxima evaluación que tendrán las escuelas en esta situación será sólo respecto de los estándares de desempeño, que principalmente son medidos por el Simce, el foco de la ayuda no puede limitarse a ello. Es fundamental que los mejores resultados vengan dados por cambios sustanciales dentro de los establecimientos de manera que el avance sea sostenido en el tiempo.
Sin embargo, para que el paso de las escuelas insuficientes a escuelas de calidad sea efectivo, nos parece necesario avanzar en dos direcciones. Primero, en fortalecer a los directores; la evidencia ya es contundente al demostrar la incidencia que tiene un buen liderazgo al interior de los establecimientos tanto en los resultados de los estudiantes como en el desarrollo profesional de los docentes, especialmente en comunidades con mayor concentración de alumnos con bajos recursos. Segundo, no es posible esperar a que el cierre de los colegios ya esté anunciado para empezar el apoyo. La división por categorías permite identificar con anticipación aquellos establecimientos que requieren refuerzo, pudiendo realizar una labor preventiva, cuestión fundamental en materias de educación, pues los resultados son de largo plazo, por lo que cualquier cambio real recién verá sus efectos a los cuatro o cinco años.
“Escuelas Arriba” es una muy buena señal por parte del Mineduc; sin embargo, aún queda mucho trabajo pendiente que debe ser parte de la agenda del gobierno para que las escuelas puedan realmente sostenerse arriba.