Columna en El Líbero: Nada de qué sorprenderse

Los resultados de la PSU fueron lo que se predijo. A la alta brecha según el tipo de establecimiento -municipales y privados- que vemos año a año, se le suma lo que ya se había anticipado respecto de un alza en los puntajes de las pruebas de historia, debido al cálculo que se determinó para definir el mismo, lo que traerá consecuencias para las universidades y alumnos.

No cabe duda -y en ello están puestos los esfuerzos-  en que es necesario mejorar nuestro sistema de admisión y en específico la PSU. Con todo y tal como se ha repetido los últimos días, ninguna prueba será perfecta en cuanto a equidad. Más allá de la posibilidad de corregir las preguntas por nivel socioeconómico, avanzar en la medición de habilidades, etc., hay una cuestión práctica de por medio: quienes estén mejor preparados, obtendrán mejores puntajes y luego mejor éxito académico en la educación superior.

Es por lo anterior, que mejorar la calidad de las escuelas es la medida correcta y la manera adecuada de entregar oportunidades para continuar con los estudios. En ello es interesante analizar el avance que han tenido los colegios bicentenario obteniendo mejores resultados. Colegios que reciben un mejor apoyo para llevar adelante sus proyectos, fortaleciendo así el liderazgo y desarrollo de competencias, lo que ha permitido poner el foco en los aprendizajes de los estudiantes, y generar un clima de altas expectativas que se ve reflejado en la mejora de los puntajes que han obtenido en la prueba. Logros que han sido resultado de poner en práctica lo que la evidencia y la experiencia no se han cansado de repetir para mejorar nuestras escuelas, pero que la tozudez de la política lamentablemente ha puesto freno.

Una mención especial merece la educación media. Si bien ésta debiese pensarse como un espacio ideal para una mayor preparación para el futuro y entrega de las bases para enfrentarse a la educación terciaria, lamentablemente se ha limitado a ser un entrenamiento para la PSU, y debido a los problemas que la misma adolece, no permite entregar las herramientas necesarias para los estudiantes. Hemos estado así alimentando un círculo vicioso. El cambio en el currículum de tercero y cuarto medio es una nueva oportunidad para revertir esta situación, que si bien no será posible del todo mientras no cambie la prueba, al menos permite avanzar en una dirección correcta. Por supuesto, nuevamente se juega aquí el apoyo de las escuelas para implementarlo correctamente.

En definitiva, y a riesgo de ser cliché, lo importante realmente es la calidad de la educación. En un año especialmente complejo como el que se avecina, será necesario tener esto presente, pues de nada servirá discutir sobre los instrumentos si las bases aún no están dadas.

Por: Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.

Ingresa aquí para leer la columna en El Líbero.


Escrito por Magdalena Vergara Vial

Ex directora ejecutiva de Acción Educar