Columna en El Líbero: PSU; No todo está perdido

Quienes sabotearon la PSU, lograron un solo resultado: perjudicar a sus compañeros. No lograron resolver ninguno de los problemas asociados a la prueba, todo lo contrario. Es claro que los cambios no se obtienen ni por medio de la violencia ni bajo presión para implementar medidas improvisadas.

Con todo, el daño ya está hecho y es necesario definir las soluciones frente al mal causado. El Consejo de Rectores (CRUCh) resolvió repetir la prueba de Matemática y Lenguaje a los estudiantes que no pudieron rendirla y cancelar la prueba de Historia, determinando que, para ponderar esta prueba se consideraría en su lugar el mejor puntaje que haya obtenido el estudiante en cualquiera de los otros factores.

A priori la decisión es razonable. Las pruebas de Matemática y Lenguaje tienen asociadas consecuencias importantes, como es el acceso a las becas estatales y el Crédito con Aval del Estado (CAE), por lo que su repetición se hacía más urgente. La prueba de Historia, si bien es relevante, no tiene impacto dentro de las políticas y ante la imposibilidad técnica de repetirla en corto tiempo para los 200 mil estudiantes a nivel nacional. Las consecuencias de hacerla nuevamente eran mayores y necesarias de atender. En definitiva, se atrasaría el proceso de admisión y por tanto el inicio del año académico, afectando gravemente tanto al estudiante como al sistema y las instituciones.

En estas circunstancias, no solo es necesario hacerse cargo del interés del estudiante, buscando su mejor beneficio, sino también del resguardo de nuestro Sistema de Educación Superior. En esta situación está comprometido un bien mayor y general, el que no podemos dejar de lado.

De esta manera, y comprendiendo la necesidad de cancelar la prueba de Historia, era necesario asegurar a los estudiantes y sus familias, que no se verían perjudicados, entregando tranquilidad de que los resultados finales del proceso, es decir sus posibilidades de ingresar a las carreras que eligieron, no se verían alteradas. Lamentablemente aquí falla la solución del CRUCh. Imputar a la prueba de Historia el mejor puntaje de los otros factores impacta considerablemente en los puntajes ponderados finales de los estudiantes. Si bien en la mayoría de los casos los puntajes aumentan, lo hacen de manera desigual y no proporcional al puntaje que hubiesen obtenido, por lo que no necesariamente beneficia al estudiante y termina por alterar sus posibilidades de acceso.

Un cambio en la manera en que se pondera el puntaje final y en la imputación de la prueba de Historia permitiría una variación menor en los puntajes de los estudiantes, asegurando de esta manera que las posibilidades de éstos al momento de la postulación no se verían afectadas. Es necesario que el Consejo analice y proponga otras alternativas para salvaguardar el proceso de acceso y las oportunidades de los alumnos. Una fórmula analizada por Acción Educar es distribuir la ponderación de la prueba de Historia entre los distintos factores. Bajo este mecanismo los estudiantes que verían variados sus puntajes en más de 10 puntos son alrededor de 11 mil, 6 mil menos que en la solución del CRUCh. Y a quienes le cambiarían sus puntajes en más de 25 puntos son menos de la mitad.

Son estos los momentos donde se juega en realidad el compromiso con la educación. Ni el provecho político ni interés personal caben en este tipo de circunstancias. El CRUCh está a tiempo para hacer los cambios necesarios y dar tranquilidad a las familias, evitando perjudicar aún más a los estudiantes, que se judicialice el problema y en definitiva se afecte al sistema en su conjunto.

Por: Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.


Escrito por Magdalena Vergara Vial

Ex directora ejecutiva de Acción Educar