Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.
La asistencia a las escuelas en forma presencial ha vuelto en Rapa Nui, Río Ibáñez y Juan Fernández. Quizás para muchos no resulta tan relevante, pues se trata de 94 escolares. Sin embargo, dadas las circunstancias que vivimos, cada estudiante que logre retornar a su escuela significa un tremendo logro que debe ser reconocido.
La vuelta a clases presenciales de estos lugares se ha implementado conforme al plan de retorno que ha entregado el Mineduc, aplicando los protocolos sanitarios y de higiene y de organización de la escuela para que ello sea posible. Esto significa, en primer lugar, que existan las condiciones sanitarias determinadas por el Ministerio de Salud. Luego, que el colegio presente un plan de retorno para hacerse cargo de su organización implementando todos los protocolos sanitarios, de distanciamiento social, etc. Además, existió un trabajo importante con la comunidad escolar de manera de darles seguridad y confianza. Todo esto mediante un sistema flexible pero orientado por el Mineduc.
Es fundamental en este proceso la coordinación entre las distintas autoridades, y en especial la colaboración de los alcaldes. Muy contraria a la actitud que ya varios ediles han mostrado, negándose desde ya a la sola posibilidad de poder abrir las escuelas este año.
Los alcaldes, en su calidad de sostenedores, son los primeros que deben preocuparse por el desarrollo de sus estudiantes. Sus decisiones deben tener presente, por tanto, la importancia que tiene la escuela en el desarrollo de los niños -no sólo en los aprendizajes cognitivos-, sino en su desarrollo social, emocional y en la autoestima que se genera en la relación con sus compañeros y profesores. La educación remota afecta en este desarrollo, incluso puede generar consecuencias más graves debido a situaciones de abuso, maltrato y violencia intrafamiliar. Es por esto que determinar de forma anticipada que durante el año 2020 no se volverá a clases bajo ningún aspecto impide cualquier posibilidad de retorno, por ejemplo, de grupos pequeños, que requieren con mayor urgencia de ese entorno seguro y protector que representa la escuela.
Por supuesto que cada lugar y establecimiento tendrá sus propias dificultades. El retorno de Juan Fernández no será igual que en Estación Central ni que en Antofagasta, por ejemplo. Por ello la importancia de que el retorno sea gradual, flexible y especialmente de una preparación con tiempo y de manera responsable.
Dependiendo del tamaño de los cursos, la estructura de las salas, los traslados y medios de transporte de los estudiantes, el impacto que haya tenido la pandemia en las familias y en la escuela en particular entre otras cosas, el retorno requerirá de una organización más o menos difícil. A mayor complejidad deberán existir mayores lineamientos para orientar las decisiones de las escuelas, de un trabajo más profundo con la comunidad y mayor articulación intersectorial.
En ello la experiencia que se pueda ir adquiriendo con cada escuela que abre sus puertas es muy positiva independiente de sus características, pues permite ver las limitaciones de los protocolos, de la organización y en definitiva de las dificultades de llevarlo a gran escala. Además, logra romper ciertas barreras ante la posibilidad del retorno.
El rol de los alcaldes, tanto como sostenedores como autoridades locales, debe estar en la línea de prepararse de la mejor forma para un posible retorno, el cual puede que incluso no ocurra durante el año 2020, pero que con certeza requerirá de un trabajo importante para hacerlo adecuadamente, entregando confianza a las familias.
Si algunos alcaldes no comprenden la importancia que tiene esto, con declaraciones como las que han hecho, lamentablemente quienes se verán perjudicados serán los propios niños.
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