Columna en El Líbero: Un 2020 que viene cargado

Este año no se nos aparecerá marzo de sorpresa. Lo esperamos con sentimientos encontrados entre inquietud y expectativa para ver cómo se desencadenarán los hechos. El plebiscito de abril y las elecciones de alcaldes y posibles representantes constituyentes serán los hitos que marcarán la agenda; será difícil poner otros temas dentro de la discusión y los pocos que logren traspasar la barrera serán fuertemente politizados.

La educación no queda ajena a este panorama, lo que le trae una nueva dificultad a su quehacer habitual. Por una parte, es particularmente sensible al debate constitucional; precisamente uno de los temas más controvertidos es el derecho a la educación. De manera más o menos radical se busca dar mayor atribución al Estado para que tenga una participación directa en la provisión del derecho, además de garantizarlo frente a tribunales.

Bajo este paraguas constitucional, aparece también la discusión sobre el financiamiento de la educación superior.Entendiendo que es un derecho social, para algunos la única manera de garantizar lo anterior sería entregando gratuidad universal, buscando que quede así declarado en la Constitución. El camino en esta discusión ya se ha venido pavimentando: el recientemente aprobado proyecto “Chao Dicom” y el que se encuentra en discusión sobre el CAE -que busca darle atribuciones a la Tesorería para condonar las deudas-, van en esa línea. Lo claro es que se debe encontrar una solución al financiamiento, permitiendo equidad en el acceso, pero velando también por la calidad de la educación. Es posible que la gratuidad logre dar una educación a esta primera generación, pero se hace imposible sostenerla a futuro. Es por esto, que será importante esperar los resultados del trabajo que logre realizar el comité de investigación que estableció la Ley de Presupuesto, ya que puede dar una resolución importante para avanzar en mejoras en el financiamiento.

Así ocurre también con el sistema de acceso a la educación superior que comienza este año, el que se verá cubierto por el manto constitucional bajo las pretensiones de acceso universal, demanda que, especialmente luego de lo vivido con la PSU, será debatida en un contexto fuertemente politizado. En ello será clave el apego a la evidencia para avanzar en reales mejoras en equidad, predictibilidad y transparencia, cuestión que difícilmente se encamina por las vías de acceso universal, pues como se ha demostrado, lo anterior termina en nada más que una linda ilusión. Basta ver la experiencia del sistema argentino para darse cuenta de ello.

Por otro lado, quedan las polémicas que se producirán por el propio cumplimiento de las políticas. Este año se deben aprobar los criterios y estándares de calidad para la acreditación de las instituciones de educación superior, tema que afecta significativamente a este nivel. A nivel escolar, un desafío no menor será la segunda implementación del Sistema de Admisión Única (SUA) en la Región Metropolitana. Basta recordar las dificultades que se sortearon el año pasado para preocuparse por cómo se dará en el ambiente en el que estamos. Educación parvularia no se queda atrás, las educadoras de párvulo entran este año a la carrera docente, trayendo con ello desafíos particulares.

Inquietud transversal es poder entregar continuidad en el aprendizaje. Dada la mala experiencia del 2019, es de esperar que la educación no quede a la orden de las manifestaciones, tomas y paros que se generen. El inicio de clases marcará, en alguna manera, la línea con que se viene el 2020, por lo que hay un desafío importante en lograr que se haga correctamente.

Como se observa, este año se viene especialmente recargado. Lo relevante será ser capaces de no descuidar la adecuada implementación de las políticas y separar las aguas, para no terminar politizando ni constitucionalizando cada una de las discusiones a las que nos enfrentaremos.

Por: Magdalena Vergara, directora ejecutiva Acción Educar.

 


Escrito por Magdalena Vergara Vial

Ex directora ejecutiva de Acción Educar