Columna en El Mercurio: Colegios online; aprendizajes en tiempos de pandemia

Por Pablo Arias, investigador Acción Educar.

Desde que se decretó la medida de suspensión de clases presenciales el día 16 de marzo, todo el sistema de educación escolar pasó a un formato completamente remoto, el cual ya lleva más de dos meses en ejecución; periodo que no ha estado exento de dificultades y desafíos. Sin embargo, para algunos alumnos la educación en línea ya era algo cotidiano previo a la emergencia sanitaria.

Se trata de aquellos estudiantes que están matriculados en colegios 100% online, donde todo es “en línea”: las clases, evaluaciones, retroalimentación e incluso reuniones de apoderados. Si bien la presencia de este tipo de establecimiento es relativamente nueva en nuestro país, en Europa o en Estados Unidos lleva aproximadamente 20 años bajo el concepto de “homeschooling”. Se estima que cerca de 2,7 millones de niños en EE. UU. reciben algún tipo de enseñanza online. En Chile, dado que este tipo de colegio no cuenta con reconocimiento oficial del Mineduc, no se tiene registro exacto de su matrícula, pero se presume que cerca de dos mil alumnos cursan este tipo de educación.

Las razones de los padres para inscribir a sus hijos en este tipo de instituciones guardan relación con un mayor nivel de flexibilidad, un ambiente de aprendizaje más seguro, enseñanza personalizada y posibilidades de un mayor involucramiento parental. Y hoy, producto de la emergencia sanitaria, algunos padres han optado por este tipo de colegios, por ejemplo, para garantizar que sus hijos continúen recibiendo aprendizajes de calidad debido a que los colegios tradicionales no tienen las mismas herramientas para trabajar de manera remota.

Ahora bien, se debe tener presente que los “ciber colegios” tienen un abordaje pedagógico, metodológico, académico, organizacional y técnico que es distinto al de los colegios tradicionales. Por ejemplo, a nivel de enseñanza, investigaciones han mostrado que la educación online tiene resultados positivos cuando los cursos están correctamente diseñados y planificados, cuando se utilizan diversas herramientas interactivas para lograr una actitud activa por parte del estudiante, y cuando se incluye el trabajo en grupo e instancias de retroalimentación como parte central del proceso de aprendizaje.

Más allá de sus particulares, es relevante identificar las buenas prácticas, facilitadores y experiencias positivas que posee este tipo de modalidad educativa, para que puedan servir de insumos que orienten a los colegios a mejorar y dar continuidad a sus procesos de aprendizaje de manera remota.

La primera de ellas es la autonomía o capacidad de agencia de los estudiantes. La educación remota supone que los estudiantes tengan un mayor nivel de autodisciplina, motivación y organización. Para lograr lo anterior, es clave el involucramiento de las familias y que el proceso de enseñanza no solo esté concentrado en lo académico, sino también en el desarrollo de las llamadas “habilidades del siglo XXI”: trabajo en equipo, resolución de problemas, creatividad, entre otros. Tanto organismos internacionales como el propio ministerio han sido enfáticos en señalar que el foco de la enseñanza debe estar en el desarrollo de habilidades y en aspectos socioemocionales del estudiante, para así cerrar las brechas de aprendizaje que existen entre los escolares.

La segunda es el vínculo entre el docente y estudiante. En este tipo de educación, el docente se transforma en un tutor que guía el proceso de aprendizaje del alumno en base a sus intereses y avances. Lo anterior supone, en primera instancia, que los docentes están plenamente familiarizados con la tecnología y que tienen una mayor eficacia pedagógica, es decir, logran resultados similares de aprendizaje que un ambiente tradicional, pero en periodos de clases más acotados, por la metodología que se utiliza. En este ámbito también es relevante el vínculo entre el estudiante y la escuela: los colegios online destinan una parte importante de sus recursos a realizar acciones de acompañamiento, nivelación y asesoría al estudiantado de forma constante.

La tercera es la innovación. La educación a remoto es ante todo dinámica en cuanto a sus métodos innovadores de enseñanza, ofertando una serie de oportunidades de aprendizaje alternativos, pero también en lo referente al apoyo de los docentes, por medio de la constante capacitación de estos.

Cabe señalar que estos tres elementos que son parte la educación a distancia no son diferentes a los que plantea la educación presencial, lo que nos permite proyectar que la incorporación de la tecnología en el proceso educativo, sumado a la experiencia de las escuelas online, puede ser una oportunidad para mejorar la organización, la gestión y la docencia en los centros escolares tanto para garantizar aprendizajes de calidad en el contexto de pandemia como para avanzar en modalidades educativas mixtas en el futuro.

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