Por primera vez en los últimos 30 años cayó la cobertura de la educación parvularia, a nivel nacional. La Casen 2022 reportó que, desde el año 2017, la proporción de niños entre 3 y 5 años que asisten a la educación preescolar en Chile disminuyó en 7,2 puntos porcentuales (de 77,9% a 70,6%). La región de Valparaíso no es la excepción, presentando una caída de 3,6 puntos porcentuales para el mismo grupo etario (de un 78,2% a un 74,6%).
Si bien la baja en la cobertura de jardines infantiles de la región es menor a la reportada a nivel nacional, la situación no deja de ser grave, ya que la educación inicial es una de las etapas de formación más importantes en la vida de los niños. En una reciente revisión de evidencia que realizamos en Acción Educar, se observa que, además de tener un impacto positivo sobre el desarrollo neuronal, la educación preescolar ofrece mayores retornos sociales que cualquier otro nivel educativo. La evidencia internacional (de Uruguay, España, y distintas regiones de EE. UU.) indica que, por cada dólar invertido en la educación inicial, se obtienen beneficios de largo plazo de entre $1,85 y $12,9 dólares.
Asimismo, diversos estudios han asociado la asistencia a educación preescolar con menores probabilidades de ausentismo, repitencia y deserción escolar. Para Chile se han documentado resultados en la misma línea. Cortázar et al. (2019) estiman que, al asistir al menos un año a un jardín infantil de la JUNJI, un niño reduce significativamente sus probabilidades de repitencia y deserción entre 4° básico y IV medio. Considerando lo anterior, la educación parvularia constituye un valioso recurso para mitigar la actual crisis educativa.
De lo anterior se desprende que la educación parvularia es un pilar fundamental para los aprendizajes futuros y, por lo tanto, debería tener un puesto relevante en la agenda gubernamental. Contrariamente, esta ha sido abordada de manera tangencial, y las medidas para su reactivación han sido tibias. Hasta el momento, se han publicado solo orientaciones y documentos que no parecen haber generado impactos sustanciales. Es más, la asistencia a la educación inicial ha ido a la baja de manera sostenida desde marzo a junio de este año. El estudiante promedio de educación parvularia presentó en junio de 2023 una asistencia de apenas 66,2%.
Hacen falta medidas más efectivas para concientizar a los apoderados de la importancia y los beneficios que genera la educación inicial. En paralelo, la Ley de Presupuestos de 2024 puede ser una instancia para darle relevancia, dotándola de más recursos para abordar los múltiples problemas que enfrenta. Asimismo, es importante que se asignen de manera transparente y justa los recursos a los jardines infantiles (actualmente el presupuesto varía según la dependencia del centro educativo, sin un criterio explícito). Si no intervenimos pronto, las futuras generaciones del país pagarán el precio, construyendo sus aprendizajes sobre una base más débil.