Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar y Tania Villarroel, directora de Estudios de Acción Educar.
Desde hace varios años, nos enfrentamos al gran desafío de atraer a estudiantes a las carreras de Pedagogía, pero no a cualquier estudiante, sino que a los mejores. Con este objetivo se implementaron políticas como la Beca Vocación de Profesor en 2011, que permite estudiar de forma gratuita a postulantes de buen rendimiento, siempre que retribuyan el esfuerzo fiscal trabajando en alguna escuela municipal (política que, al implementarse la gratuidad, perdió su atractivo) y la Ley de Desarrollo Profesional Docente en 2016, que, entre otras cosas, aumentó los salarios en un 30% en promedio y elevó las exigencias de ingreso a la carrera.
Lamentablemente, estos esfuerzos no han tenido los resultados esperados. Desde el 2011 las carreras de Pedagogía han disminuido en un 58% su matrícula de primer año, siendo especialmente crítico este 2021, en que los matriculados disminuyeron en 27% respecto del anterior. Además, un 20% de profesores deja su ejercicio al quinto año. Es decir, no solo no hay interés por estudiar en esta área, sino que las malas condiciones que enfrentan en el trabajo terminan por derrotar a los pocos que deciden convertirse en profesores. En consecuencia, nos enfrentamos a un panorama sumamente complejo en que se proyecta un déficit de 26 mil profesores idóneos para el 2025.
Si bien la intención de la Ley de Desarrollo Profesional Docente, de aumentar los requisitos de entrada a las Pedagogías de una forma gradual hasta llegar a un puntaje mínimo de 555 puntos para el año 2026, era positiva, ha resultado ser excesiva. Al punto que, de implementarse las exigencias previstas en la normativa vigente para el 2026, el 32% de quienes se matricularon el 2020 no lo habría podido hacer. Criterio que es excesivo incluso si se aplicase a otras carreras como Derecho o Psicología, en cuyo caso significaría que un 33% y 40% de sus estudiantes, respectivamente, habrían quedado fuera.
Otra complejidad de la ley vigente es que la relación entre un mejor puntaje en la prueba de admisión y ser buen profesor a futuro no es perfecta. Un 27% de los docentes de buen desempeño, considerando ciertos indicadores de la evaluación docente, tuvo un puntaje inferior a 500 puntos en la PSU. Es más, de aplicarse los requisitos previstos para el 2026, un 36% de los docentes de buen desempeño no hubiese podido ingresar a Pedagogía, dejando fuera a una mayor cantidad de profesores de buen desempeño que de menor desempeño.
Dado lo anterior, el Ejecutivo presentó un proyecto de ley que, en concordancia con la evidencia, busca adecuar la implementación de las nuevas exigencias sin desviarse del propósito original de la normativa.
Con todo, aumentar la selectividad de las carreras de Pedagogía y definir los requisitos adecuados para el ingreso es importante, pero no suficiente para atraer a más y mejores estudiantes ni tampoco para mejorar las competencias de los profesores. Se requieren políticas integrales, como las propuestas por la Mesa para la Atracción a la Pedagogías convocada por la Subsecretaría de Educación Superior, que sean capaces de atender cada una de las etapas de la trayectoria docente: desde la atracción de postulantes, pasando por el fortalecimiento de la formación inicial -en que es clave fomentar la calidad e innovación, lo que requiere a su vez de espacio para la diversidad de programas-, hasta mejorar la experiencia laboral de los educadores ya titulados.
En este sentido, uno de los aspectos más fundamentales y complejos es transformar las escuelas en espacios de trabajo atractivos, que promuevan el desarrollo profesional y permitan la innovación; convirtiendo los establecimientos en espacios de continuidad del aprendizaje. Factores que son cada vez más valorados por las nuevas generaciones a la hora de elegir su carrera y lugar de trabajo. Para esto es necesario avanzar hacia una mayor autonomía de las escuelas, junto con fortalecer las capacidades de los equipos y la responsabilidad por las decisiones tomadas.
Si queremos que los mejores candidatos elijan estudiar Pedagogía, debemos confiar en los docentes y equipos directivos, y alejarnos de la costumbre de intentar legislar hasta el más mínimo detalle de lo que deben hacer los profesores dentro de la sala de clases.