Columna en La Segunda: Que no nos pille marzo

Por Pablo Arias, investigador de Acción Educar.

Quedando prácticamente dos meses para que se acabe el año, es importante analizar lo que ha significado en materia educacional este inusual 2020 y cuáles son los próximos desafíos para enfrentar preparados el 2021.

La pandemia del covid-19 nos pilló por sorpresa y todo el mundo educativo tuvo que aprender sobre la marcha cómo desarrollar procesos de enseñanza a remoto. Por lo mismo, la experiencia y el proceso no han estado exentos de obstáculos y se ha hecho aún más evidente que las realidades educativas son distintas en cada comuna y que la política pública tiene que tener la flexibilidad de adaptarse a cada contexto, de manera que prime el bienestar de los integrantes de cada comunidad. A lo anterior se suman los beneficios innegables que tiene asistir a las aulas, no solo en términos académicos, sino también en socialización; por lo que es vital generar experiencias presenciales para asegurar trayectorias educativas positivas, sobre todo en los alumnos más vulnerables.

Ahora bien, ¿cuáles son los desafíos para el próximo año? Primero, entender que marzo 2021 no será igual a un marzo sin Pandemia, por tanto, se debe repensar la forma y los tiempos de enseñanza. Segundo, es importante avanzar en conectividad, sobre todo en sectores rurales o de bajos recursos, ya que el próximo año estaremos viviendo entre la educación presencial y a remoto.

Tercero, es clave que HOY las comunidades educativas generen espacios de diálogo para construir confianzas. Para ello, la coordinación y comunicación efectiva entre todos los integrantes de la comunidad es crucial, cuestión que ha quedado en evidencia en los establecimientos que han abierto sus puertas en aquellas comunas donde las condiciones sanitarias lo han permitido.

Cuarto, es importante visibilizar que los estudiantes más vulnerables y quienes no han podido dar continuidad a su proceso educativo durante este año requerirán de apoyos y tiempos extras para nivelar sus aprendizajes y abordar sus necesidades socioemocionales. En conclusión, la invitación es que durante el resto del año los distintos actores en materia educacional se sienten a conversar para planificar una hoja de ruta clara que tome las lecciones sobre las experiencias de reapertura que ya se han llevado a cabo y, también, de los aprendizajes que nos ha dejado la educación remota.

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