Por Tania Villarroel, directora de Estudios de Acción Educar.
Aunque pasó desapercibido, esta semana se creó el Consejo Asesor para la Educación Superior. Un espacio que permite reflexionar sobre hacia dónde queremos avanzar en el nivel terciario, escuchando -por primera vez- a todos los actores del sistema y generando una oportunidad de colaboración.
Se trata de una instancia compuesta por el ministro de Educación, el subsecretario de Educación Superior, el subsecretario de Ciencia y Tecnología, el presidente del Consejo Nacional de Educación, el superintendente de Educación Superior, el presidente de la Comisión Nacional de Acreditación y los rectores de todas las universidades, institutos profesionales, centros de formación técnica y escuelas de Fuerzas Armadas y orden y seguridad, reconocidos por el Estado.
Estos espacios de diálogo son cada vez más necesarios. Aquellas personas que están en el día a día de la educación superior, a quienes se les aplica la normativa, quienes tienen el diagnóstico más a mano, deben ser escuchadas en el diseño de las políticas públicas. Además, es fundamental el fomento del trabajo colaborativo, compartir experiencias y problemas, y trabajar juntos para tener una estrategia a largo plazo que tome en consideración el contexto particular de cada una de las instituciones.
El Consejo deberá sesionar al menos una vez al año y tendrá carácter de consultivo. Reunirá por primera vez, de forma institucional, al subsistema universitario y al subsistema técnico profesional, a instituciones de la región Metropolitana y de otras regiones, a instituciones estatales y privadas. De hecho, llama la atención que nunca hayan estado todos sentados en la misma mesa y que, históricamente, se hayan excluido de la conversación institucional a actores que han hecho un aporte relevante.
La instancia también permitirá monitorear el sistema para tomar decisiones a tiempo. Evaluar y repensar las políticas que se encuentran en implementación, reflexionar sobre cómo conversan los sistemas de acceso, calidad y financiamiento, innovar para lograr objetivos comunes: un sistema equitativo que permita trayectorias de calidad. Al mismo tiempo, permitirá hacerse cargo de los nuevos desafíos que nos trae la pandemia, de manera que podamos actuar con eficacia y rapidez para afrontarlos.
La educación superior tiene un rol preponderante en el desarrollo del país. Por lo mismo, es necesario que exista una estrategia a largo plazo que la vea como un engranaje en un plan mayor. Una mirada integral que considere el rol de las instituciones en el desarrollo en investigación y tecnología, en el fomento del arte y la cultura, en la descentralización y en el fortalecimiento del capital humano. Esperemos que el Consejo sea la instancia que permita poner por sobre los intereses propios de cada institución, los intereses del país y avanzar hacia las metas comunes.