Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.
El Ejecutivo dio a conocer sus ejes prioritarios para este año, y en cuanto a la agenda legislativa destacan kínder obligatorio y sala cuna universal, dos proyectos clave para seguir avanzando en la educación parvularia de nuestro país, a los cuales se debe sumar también la iniciativa de subvención a los niveles medios.
El primero apunta a resolver la incongruencia normativa que se produce hoy, pues si bien kínder es obligatorio a nivel constitucional, no lo es a nivel legislativo ni regulatorio; lo que impide llevar adelante una serie de medidas para regularizarlo. Por su parte, sala cuna universal modifica el Código de Trabajo para que todas las mujeres trabajadoras puedan tener acceso al derecho de sala cuna. Finalmente, el subsidio a los niveles medios equipara la subvención que reciben aquellos niños que asisten a jardines vía transferencia de fondos (VTF) con aquellos que asisten a Junji o Integra, pues a pesar de mostrar iguales niveles de vulnerabilidad los establecimientos VTF reciben hasta menos de la mitad de recursos.
¿Por qué hay que darles prioridad a estos proyectos? La evidencia del impacto de una educación parvularia de calidad es contundente. Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo futuro tanto cognitivo, emocional como social del niño, lo que se manifiesta en su salud, movilidad social, participación en crimen y cantidad de años de educación, entre otros factores. En ese sentido, nuestro país ha hecho un esfuerzo relevante para desarrollar el nivel y avanzar en calidad.
En 2013 se llevó a cabo la reforma constitucional para hacer kínder obligatorio (no obstante, aún falta hacerlo operativo a nivel legal, cuestión que se está discutiendo mediante el proyecto de ley). En 2015 se creó la Subsecretaría y la Intendencia de Educación Parvularia, fortaleciendo así la institucionalidad de manera de priorizar y promover las políticas del nivel, el mismo año se hizo obligatoria la exigencia de certificación de los jardines y salas cunas, asegurando con eso los mínimos necesarios para una infraestructura adecuada y calidad. En 2018, la educación parvularia entró a la carrera docente, lo que implicó que los educadores de párvulos son evaluados y se mejoraron sus salarios en la medida que suben en los tramos. Además, se actualizó el currículum de educación parvularia, el cual pone el énfasis en los derechos de los niños y el aprendizaje basado en juego, atendiendo así a las particularidades del nivel. Por último, este año comienza a aplicarse el Sistema de Aseguramiento de la Calidad para la educación parvularia, mediante el cual la Agencia de la Calidad llevará un proceso de acompañamiento y orientación a aquellos establecimientos que hayan sido priorizados.
Sin duda esto es un primer gran paso y debemos seguir trabajando para dar una calidad de educación a todos, especialmente de manera de implementar correctamente los cambios que ya se han hecho comprendiendo que no tienen sus efectos de un día para otro. Es crucial tener esto presente en la discusión legislativa, que muchas veces hace caso omiso a los avances anteriormente nombrados.
Con todo, es necesario fortalecer la participación de los padres y buscar formas para capacitarlos con mejores herramientas para el cuidado de sus hijos, así también atraer a los mejores estudiantes a las carreras de educación parvularia, las que lamentablemente han registrado las mayores bajas de matrícula en el último tiempo. Por su parte, es fundamental una mayor corresponsabilidad entre el mundo laboral y la educación, factor del cual hoy somos más conscientes luego de un año de home office.
La nueva subsecretaria de Educación Parvularia, María Jesús Honorato, tiene una tarea inmensa, su experiencia será clave para poder liderar las mejoras y llevar a buen término las discusiones legislativas. Sin embargo, ello no será posible sin el compromiso y convicción real por parte también de los parlamentarios. Es de esperar que el 2021 al fin sea el año de la educación parvularia.