Columna en La Tercera: La calidad en la educación parvularia

Por Daniel Rodríguez, director ejecutivo de Acción Educar.

El proyecto de ley de sala cuna universal, actualmente tramitándose en el Congreso, junto con un futuro proyecto de financiamiento para la educación parvularia anunciado por la ministra Cubillos, prometen centrar la discusión poniendo a los niños primero. Esto es positivo, pues además de tratarse de una inversión mucho más rentable y razonable que la educación superior, podría solucionar varias discriminaciones y problemáticas históricas que aquejan a este nivel educativo.

Este debate tiene muchas aristas, pero una que es transversal tanto a lo laboral como a lo educacional, es la calidad de los centros educativos que recibirán a los más pequeños. Algunos se han quejado de que la calidad estaría ausente, y aunque todavía no se conozca el texto del proyecto que provendrá del Ministerio de Educación, corresponde hacer algunas aclaraciones previas.

La educación parvularia en Chile cuenta con una institucionalidad adecuada para el aseguramiento de la calidad, compatible con un sistema educacional mixto y libre. La Agencia de Calidad de la Educación es responsable de evaluar y orientar a dichos centros, obviamente de manera distinta a como lo hace con los establecimientos de básica y media. Para esto, la Subsecretaría de Educación Parvularia debe elaborar bases curriculares y estándares que definan los aprendizajes esperados.

Desde la perspectiva de la fiscalización, se cuenta con una Intendencia de Educación parvularia, que orienta técnicamente a la Superintendencia para el ejercicio de sus atribuciones en dicho nivel. Adicionalmente, se requiere una “autorización” especialmente exigente para el funcionamiento de este tipo de centros. La implementación de esta medida ha sido dificultosa y extremadamente burocrática, pero aquello puede corregirse administrativamente. Todas estas reformas tienen muy pocos años de existencia, y deben terminar de implementarse para que podamos ver cómo perfeccionarlas.

Teniendo esto en consideración, es improcedente que se exija al proyecto de sala cuna universal un cambio en calidad de educación parvularia. Se trata de un proyecto cuyo foco es establecer un beneficio laboral para todas las madres trabajadoras con niños de 0 a 2 años, y así eliminar una discriminación vergonzosa en nuestra legislación. Obviamente, el ejercicio de este beneficio se hará en establecimientos educacionales sometidos a toda la batería de normativa educacional antes mencionada, incluyendo el sistema de aseguramiento de la calidad. Sí se debe tener especial cuidado en que ambas legislaciones se empalmen bien.

Tampoco debemos esperar que el proyecto de educación parvularia anunciado por el Mineduc se enfoque en el aseguramiento de la calidad, pues como vimos, esto ya está diseñado y solo se requieren ajustes. El énfasis debe estar dado en tres elementos clave. Primero, una subvención por alumno eficiente y de monto suficiente para este nivel, ojalá focalizada en los más vulnerables. Segundo, un tratamiento no discriminatorio para los centros que ofrezcan calidad, sin diferenciar por tipo de sostenedor, que permita la existencia de un sistema mixto y estimule un aumento de la cobertura de los niveles medios (3 a 4 años). Tercero, un reordenamiento de la provisión pública, que traspase, con toda la parsimonia que se requiera, los establecimientos Junji e Integra a los nuevos servicios locales de educación especialmente creados para ello. Nada de esto es fácil, pero sin duda es la reforma que falta, y es ahí donde hay que poner la plata.

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Escrito por Daniel Rodríguez Morales

Director ejecutivo de Acción Educar.