La semana pasada el Presidente Gabriel Boric sorprendió al país con un giro en la agenda educativa y en la forma en que el gobierno hará frente a la crisis educacional agravada por la pandemia.
Sorprendió en primer lugar con su autocrítica por el prolongado tiempo de cierre de escuelas, señalando que “Quienes estuvimos en el Parlamento en ese momento también fuimos responsables de aquello” (más aún, recordemos que el Presidente formaba parte de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados). Lo anterior nos llevó lamentablemente a ser de los líderes en el mundo en ese aspecto y a las nefastas consecuencias que hemos visto en los niños y jóvenes.
Luego vino el anuncio del Plan de Reactivación Educativa que, si bien llega 10 meses tarde, como el mismo Presidente dijo en su anuncio, aparece como positivo para la urgente y necesaria recuperación. Los alarmantes números de deserción, de ausentismo, el daño socio emocional, la violencia y la evidencia en la falta de aprendizajes no pudieron convencer en 10 meses al ministro de Educación de su importancia y urgencia.
Golpe de timón del Presidente de la República. Por evidente que parezca, es esta la primera prioridad a la que debe abocarse el Ministerio de Educación y así de claro lo dejó el Mandatario. Ni la educación sexual integral, el pago de la deuda histórica, la condonación del Crédito con Aval del Estado, ni tampoco el manoseado “cambio de paradigma”; que por lo demás no tuvieron ningún avance o señal durante todo el año pasado.
En el pasado queda el plan Seamos Comunidad, del cual todavía no conocemos resultados concretos y que en el nuevo logo queda por debajo y en cursiva bajo el título claro y en mayúsculas de Reactivación Educativa (acierto del diseñador), que muestra lo realmente importante.
En lo que respecta a las medidas propiamente tal, contiene buenas ideas, aunque lamentablemente se echa en falta más envergadura para el desafío que supone. Solo por mencionar un ejemplo, mil trescientas personas para ir a tocar puertas en todo el país a fin de traer a los alumnos de vuelta a los establecimientos es un número que está lejos de ser suficiente.
Otra positiva novedad fue la creación de un Consejo para la Reactivación Educativa con una conformación de alguna manera “transversal”, en el cual se dejó fuera a representantes de universidades privadas y a los padres, y cuya finalidad no queda del todo clara, más allá de la señal política. ¿Podrán modificar las medidas que ya fueron anunciadas?
La tarea es titánica y de largo aliento, y es necesario que esta estrategia de reactivación sea abordada desde todos los frentes, por lo que se hace necesario también una agenda legislativa que permita avanzar en este sentido, lo cual podría emanar como una recomendación planteada por el Consejo.
Por último, es fundamental involucrar a las familias en este proceso, haciéndolas conscientes del importante rol que juegan. Es necesario relevar este tema país y trabajar conjuntamente por su solución, aprovechando y tomando como base este nuevo rumbo y agenda fijada, para que en 4 o 5 meses más, cuando lleguen los temidos resultados del Simce aplicado este año, no miremos atrás y estemos ya no 10, sino 15 meses tarde.