Esta herramienta de financiamiento ha permitido que 718.581 estudiantes, principalmente de familias vulnerables, accedan a la educación superior desde 2006. Pero a 10 años de su implementación, algunos secctores solicitan con vehemencia su término, mientras que el Gobierno ha anunciado que le realizará importantes cambios.
Cuando Ricardo Lagos firmó la ley que creaba el Crédito con Aval del Estado, en junio de 2005, ya había protestas de universitarios de establecimientos tradicionales que se oponían a esta iniciativa.
“Esta ley no se refiere a ellos (estudiantes del CRUCh). Esta ley lo que establece es cómo podemos ayudar a aquellos estudiantes de escasos recursos que están en el sistema privado (…) Lo que me sorprende realmente es que haya estudiantes que se molesten porque hay otros estudiantes que van a poder acceder al sistema universitario”, decía Lagos en ese entonces.
Lo que el CAE prometía no tenía precedentes en la educación chilena. Los alumnos con bajos recursos podrían acceder a un crédito bancario con aval del Estado a una -relativamente- baja tasa de interés, en ese entonces de un 6%, para estudiar en la institución de educación superior que quisieran, siempre que ésta estuviera acreditada.
A diez años desde que comenzó a operar el sistema, persisten las críticas de un sector de los universitarios, quienes cuestionan el endeudamiento que este crédito trae consigo, asegurando que la rentabilidad es negativa y que las deudas superan a los beneficios de haber accedido a la universidad. Esta situación motivó a que, en 2012, el entonces Gobierno de Sebastián Piñera bajara la tasa de interés del crédito –de 6 a 2%- y lo hiciera contingente al ingreso (con un tope del 10% de los ingresos del egresado).
El objetivo era igualarlo lo más posible al sistema de crédito de las universidades del CRUCh, el Fondo Solidario, y con ello mantener un sistema de financiamiento que ha permitido que los quintiles de menores ingresos puedan acceder y mantenerse en el sistema de educación superior. Pero no por ello ha terminado la polémica.
El boom del CAE
Hasta mediados de los 2000’, ir a la universidad era un verdadero lujo.En 2006 la matrícula se concentraba en los sectores de mayores ingresos y sólo había 668.532 alumnos en todo el sistema.
Quien quería estudiar en una institución que no fuera del Consejo de Rectores debía recurrir a créditos de consumo con altas tasas de interés o financiarlo desde su bolsillo. Y por los desiguales resultados de pruebas como la PAA –actual PSU-, quienes se quedaban fuera de cualquier tipo de ayuda eran precisamente los más pobres.
Por eso hay algo en lo que todos parecen coincidir: el CAE efectivamente logró ampliar la matrícula de estudiantes en la educación superior. En diez años, desde que se implementó el sistema, la matrícula total aumentó casi el doble, llegando hoy a superar el millón de estudiantes.
Lo interesante es que el CAE se asignó en su mayoría a CFT e IPs, coincidiendo ello con el aumento importante en la matrícula de estas instituciones que son las que acogen a los estudiantes más vulnerables del sistema. De hecho, según cifras de la Comisión Ingresa, más de la mitad de los alumnos con CAE se matricularon en instituciones de educación superior que imparten carreras técnicas o profesionales sin licenciatura.
La mayor preferencia siguen siendo los Institutos Profesionales (IP), en los cuales decidió estudiar el 37,4% del total de firmantes de 2015. Las Universidades privadas en tanto, representaron el 35,8% de los estudiantes con este financiamiento. Y la mayoría de los que accedieron a este beneficio, es decir, el 58.3% según muestran las cifras de la Comisión Ingresa, fueron jóvenes de escasos recursos.
Hoy, tras décadas en las que la universidad era solo para la élite, la cobertura de la educación superior en Chile llegó al 86% de los jóvenes entre 18 y 24 años. Un promedio más alto que el de los países OCDE. En la cobertura dentro de los sectores más vulnerables, Chile es sublíder de Latinoamérica y supera a Brasil y Argentina, donde hay instituciones con gratuidad.
“El CAE fue una política que cumplió su principal objetivo: ampliar la cobertura y entregar a los jóvenes mayores oportunidades para acceder a la educación superior. Antes del CAE, si tú no estudiabas en una universidad del CRUCh no tenías acceso a ningún tipo de financiamiento. Con la entrega de este crédito se amplió la cobertura a miles de jóvenes que de otra manera no habrían tenido como estudiar”, explica Raúl Figueroa de Acción Educar.
“Antes o ibas al CRUCh o ibas a estudiar con la plata de tu bolsillo. El CAE permitió a los estudiantes vulnerables entrar y elegir ellos mismos a qué universidades quieren ir”, complementa el experto Jorge Avilés de Libertad y Desarrollo.
El gasto estatal
Hoy el foco de las críticas a este instrumento de financiamiento se centra en el rol de los bancos en la administración del crédito y los crecientes recursos que ha debido desembolsar el Estado para financiar a los cada vez más jóvenes que ingresan a la educación superior.
Lo que no contaba el sistema era con que el Estado terminaría pagando en 2016 79,78 millones de UF a los bancos y que el costo fiscal iría aumentando enormemente en línea con el fuerte incremento de demanda por educación superior. Y que el endeudamiento de miles de estudiantes que accedieron a este crédito –y a otros como el Crédito Corfo, por ejemplo- motivaría a las federaciones estudiantiles a iniciar una fuerte arremetida en contra del endeudamiento, de la “mercantilización” de la educación superior y de cualquier pago por ésta.
Cuando partió, el Crédito con Aval del Estado funcionaba de la siguiente manera: El gobierno de turno definía un presupuesto y cuántos alumnos financiará; la Comisión Ingresa recibía las postulaciones de aquellos estudiantes que querían acceder al crédito y seleccionaba a los con más bajos ingresos; Luego ordenaba a los alumnos seleccionados en listas y se las ofrecía a la banca, que finalmente entrega los créditos.
Sin embargo una vez que la banca entregaba el dinero, seleccionaba a los alumnos que tenían más posibilidades de pagar a tiempo. Los créditos entregados a los estudiantes con características más riesgosas, ya sea porque estaban desde antes en Dicom, estudian carreras con poco campo laboral o poco valoradas por el mercado, eran vendidos al Estado con una recarga. Todo lo anterior estaba establecido en las bases de licitación del CAE.
Esta situación, más la rebaja de la tasa de interés desde un 6 a un 2%; la modificación para que el pago sea contingente al ingreso y no supere al 10% de este; y que los cesantes no paguen, hechas en 2012, han debido ser financiadas por el Estado. Por eso el presupuesto que el Estado destina al CAE ha debido ser cada vez más alto. En el último año,éste aumentó un 18% y llegó a los $705 mil millones, casi lo mismo destinado a la gratuidad, lo que provocó una lluvia de críticas desde sectores de la Nueva Mayoría y la Confech.
La Jefa de la Divesup, Alejandra Contreras, explicó que el incremento en el Presupuesto para el CAE tiene que ver con la mayor cantidad de alumnos que accede a la educación superior y que los créditos se renuevan para alumnos antiguos. En la medida que la gratuidad avance, el Gobierno espera que estos montos se reduzcan.
“Todavía un universo importante de estudiantes sigue sólo con este beneficio, más del 50% de la matrícula está en instituciones privadas y ellos tienen acceso básicamente al CAE más que a becas o la gratuidad”, explicó Contreras a los medios.
Lo que dicen los estudiantes del CAE
Claudia González, estudiante de Enfermería campus Providencia de la UDLA, cuenta que “sin el crédito no habría tenido la posibilidad de estudiar”. “Es una buena oportunidad para los que no podemos acceder a otros beneficios”, dice.
“Obvio que los bancos tienen que ganar algo. Si no son fundaciones de caridad. Uno sabe lo que está haciendo cuando firma el contrato. Pero los estudiantes también ganamos con la posibilidad de estudiar, entonces se compensa. Y cuando egrese podré tener ingresos y devolver lo que me prestaron para que otros estudiantes puedan ir a la universidad”, dijo.
María Poblete, egresada de técnico de enfermería del DUOC UC, concuerda. “Yo aún no he tenido ningún problema con las cuotas. Además que accedí a otras becas así que el pago ha sido mínimo”.
Pero no todos los endeudados piensan así. El viernes 21 de octubre, un grupo de 300 estudiantes de la organización Deuda Educativa presentaron una demanda colectiva en contra de BancoEstado por lo que consideran “cláusulas abusivas” con los beneficiados con el CAE.
El vocero de este movimiento, Juan Pablo Rojas, quien estudió criminalística en la UTEM, dice que entre estas cláusulas está que este banco y otras instituciones fijan unilateralmente la cantidad de años en los que se pagan las cuotas. “Ponen un plazo de 20 años que les conviene por los intereses”, explica.
Si bien Rojas critica el CAE, su cuestionamiento también ES a cómo opera el sistema en general. “Muchos estudiantes egresaron, se encontraron que sus títulos no servían para el mercado y están endeudados casi de por vida”, dice. “Una estudiante de odontología me contaba que debe como cincuenta millones. Hay compañeros en Dicom, que no pueden acceder a créditos hipotecarios y ni siquiera llevan un año salidos de la universidad”, dice Rojas, que explica que como las deudas están pactadas en UF crecen cada año.
El experto de Libertad y Desarrollo, dice: “El CAE lo critican las universidades del CRUCh porque ellos tienen otras becas y el fondo solidario que es mucho más conveniente, entonces no les interesa el CAE. Tienen CAE pero muy poquito. También lo critican las agrupaciones de estudiantes que vienen de ese mundo y que no utilizan CAE. Pero las principales críticas vienen de los que les tocó el sistema antiguo”.
“Hay varios sectores del país que no les gusta el CAE porque subsidia la demanda y no la oferta. Lo que les gustaría a algunos es que el Estado financie a las instituciones y no a los estudiantes, y el CAE lo que dice es ‘elige tú la universidad acreditada que quieras y si logras entrar te financiaremos. Es una crítica al mercado, una cosa más ideológica”, agrega.
El futuro del CAE
La ministra Adriana Delpiano aseguró que espera eliminar el CAE y que para ello están trabajando en un proyecto que contenga las bases para cambiarlo por otro sistema de apoyo estudiantil mientras la gratuidad no sea universal. “Crédito va a existir en el país mientras no exista la gratuidad universal. Es la posibilidad que tienen de estudiar miles de familias”, dijo, destacando a su vez que los principales cambios vienen por el lado de sacar a los bancos y cambiarle a éste el “carácter más mercantil que tiene hoy”.
Quienes han realizado una activa campaña contra el CAE son tambiénlas ex dirigentes estudiantiles y actuales diputadas comunistas, Camila Vallejo y Karol Cariola, quienes en una columna publicada en un medio de prensa plantearon la necesidad de eliminarlo y crear un nuevo sistema transitorio hasta que se implemente la gratuidad universal.
Sin embargo, aún no se ha planteado ningún mecanismo para reemplazar el CAE. Raúl Figueroa es categórico al respecto: “Las alternativas para terminar con el crédito son dos. O se crea un mecanismo de ayuda o bien se reemplaza por la gratuidad. Y sabemos, por el propio proyecto de ley que está en trámite, que la gratuidad va a llegar de aquí a cincuenta o sesenta años más. El hombre va a llegar a Marte antes de que en Chile haya gratuidad universal. Entonces mantener el sistema de crédito, pero perfeccionado, es una necesidad”.
En Educación 2020 se inclinan por otro tipo de mecanismo. “Nosotros derechamente estamos a favor de eliminarlo y entregar un financiamiento más directo al estudiante o a la institución”.
Mientras que para Juan Pablo Rojas, de la agrupación de Deuda Educativa, antes debe solucionarse el problema de aquellos que ya tienen millonarias deudas contraídas. “No estamos nada de contentos con lo que ha planteado el gobierno”, dice, y agrega que abogan por la “condonación de la deuda. Esto significa que el Estado pague el interés y que el estudiante pueda pagar lo que le costó la carrera”.
Pero ante esa posibilidad el ministro Valdés ha sido claro: “Se han hecho varios cambios en el CAE que hacen que, primero, la tasa de interés sea baja y, segundo, lo más importante, los esquemas de pago involucran particular cuidado respecto a cómo le ha ido a la persona (…) La condonación está fuera de lo que está sobre la mesa”.