Las declaraciones de la ministra (s) de Educación, Valentina Quiroga, a El Mercurio este sábado respecto de que “no es deseable que en un mismo territorio todos los establecimientos sean solo de alta exigencia académica” generó el rechazo de varios especialistas consultados por “El Líbero”.
Además, también cuestionan que la reforma educacional que elimina el lucro, el copago y la selección y que fue aprobada en el Congreso la semana pasada, centralice en el Mineduc la decisión de autorizar la instalación de nuevos colegios, prohibiéndolos en caso de que ya exista en esa comuna o sector un proyecto educativo similar.
El economista y ex pro rector de la Universidad Católica,Carlos Williamson, sostiene que el “objetivo de cualquier política pública en educación es que tiene que ser de alta exigencia”, y que especialmente en los colegios rurales hay mucha disparidad en la calidad de la enseñanza, lo que afecta a los alumnos en su posterior ingreso a la universidad o centros técnicos y al mercado laboral.
Mineduc debe garantizar la diversidad educativa
“El problema de fondo de la reforma es que no abordó la educación municipal, e implementó un sistema muy monitoreado desde el Mineduc que casi no permite diversidad. Entramos en la fase de deterioro de la educación privada, vamos a tener un solo estándar estatizado y los emprendimientos privados estarán sujetos a las iglesias, y los laicos muy restringidos. Entraremos en un período de mediocridad”, plantea Williamson.
Alejandra Candia, directora del programa social delInstituto de Libertad y Desarrollo (LyD), califica de “nefasta idea” que sea el Mineduc, y no las familias, el que decida la instalación de un nuevo colegio en un determinado territorio. Argumenta, por ejemplo, que si hay un colegio malo en un sector no se podría instalar otro mejor sólo porque tenga el mismo proyecto educativo.
“Lo importante es que los colegios sean de buena calidad, y no si son del mismo proyecto educativo o no. Detrás de esta prohibición está el anhelo inicial del ministerio de no permitir colegios si no hay demanda insatisfecha, lo que haría imposible abrir nuevos establecimientos, dado que las matrículas caen cada año por la baja natalidad”, explica Candia.
La investigadora añade que las familias son las que deben decidir el tipo de colegio al que quieren llevar a sus hijos, sean emblemáticos, artísticos, deportivos o valóricos. “El Mineduc debe apoyar la decisión de las familias y no tomarse la atribución de abrir o cerrar colegios en base a si la demanda está satisfecha. Son decisiones locales y no deben tomarse en las oficinas de Santiago o en las capitales regionales”, señala.
El director ejecutivo de Acción Educar, Raúl Figueroa, coincide en que lo relevante es que haya diversidad de proyectos educativos, y que es una equivocación establecer restricciones para que se instalen colegios en un territorio determinado.
“Lo que se aprobó en la reforma es un error porque restringe la libertad de enseñanza y la posibilidad de abrir nuevos colegios, lo que limita las posibilidades de las familias que pueden necesitar que se instalen nuevos establecimientos”, afirma Figueroa, quien insiste en que se deben dar facilidades a los emprendimientos educativos y no poner restricciones burocráticas.
En su opinión, el Gobierno no debería poner un límite de proyectos de excelencia en una comuna.
Para el ingeniero comercial de la Universidad Católica y ex seremi metropolitano de Educación del gobierno pasado,
Alan Wilkins, la reforma aprobada no aclara cómo funcionará la ley, qué parámetros se usarán para determinar si un nuevo colegio que se desee instalar es del mismo proyecto educativo, y si se requiere o no otro.
“Lo importante es que haya diversidad de proyectos educativos, y eso implica tener colegios de alta exigencia académica, artísticos, deportivos, religiosos y emblemáticos para dar oportunidad a todos los alumnos”, sostiene.