Este mes debutó en el país la Subsecretaría de Educación Superior, organismo que tendrá la tarea de administrar el nuevo modelo de acceso a las universidades. Aquí una mirada a cómo funciona este proceso en otros países.
La Ley de Educación Superior establece la creación de un nuevo sistema de acceso a este nivel de enseñanza, distinto al actualmente vigente. “Reemplaza al Sistema Único de Admisión (SUA), dando la posibilidad de repensar lo que tenemos hoy en día. Esto no quiere decir que para el año 2020 vayamos a tener un sistema totalmente distinto; de hecho, es importante que los cambios se hagan de manera gradual y no cometer los mismos errores del pasado”, explica Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.
A cargo de administrar el nuevo sistema estará la Subsecretaría de Educación Superior, organismo que debutó a principios de mes con Juan Eduardo Vargas a la cabeza.
Actualmente, el SUA es el más grande del país. Suma 41 instituciones universitarias y se plantea como un modelo altamente centralizado, porque condiciona el uso de factores de selección: entre los requisitos para pertenecer al SUA están tomar en cuenta la PSU, las notas de enseñanza media y el ranking de notas. El puntaje PSU debe ponderar al menos 50% del puntaje final, con un piso mínimo de 450 puntos ponderado entre Lenguaje y Matemáticas.
En base a los criterios señalados, las instituciones deben seleccionar al 85% de sus estudiantes. El sistema permite solo 15% de admisión especial en el caso de pregrado.
Complementarios
“El nuevo sistema debería apuntar a ser menos centralizado que el SUA, siguiendo la tendencia internacional. Por ejemplo, dar más autonomía a las instituciones de educación superior para ponderar los instrumentos de selección -hasta el momento definidos por el Cruch-, y decidir si se incorporan criterios complementarios, como ensayos, experiencia previa o pruebas especiales”, plantea Vergara. Todo lo anterior, “sin perder lo positivo de un sistema centralizado, como es la eficiencia que entrega una plataforma electrónica única, que permite postular a todos los planteles del sistema en un solo lugar”, agrega.
A propósito del cambio que se viene, Acción Educar realizó un estudio en el que comparó cómo son los sistemas de acceso a la educación superior en el mundo. A grandes rasgos, su estudio muestra que a nivel internacional priman sistemas de carácter medianamente descentralizados, donde las instituciones de educación superior tienen mayor autonomía.
Algunos ejemplos: Japón tiene un sistema muy descentralizo, porque no existe una plataforma única desde donde todos postulan. Las universidades nacionales y locales -distintas a las privadas- consideran el rendimiento académico y piden aprobar un examen nacional. Además, cada institución solicita cartas de recomendación y entrevistas, algo que también es común en Canadá, Australia y Estados Unidos.
En ese último país, “el interés por la universidad y sus programas, así como las actividades académicas y las extracurriculares también importan. Los ensayos sobre un tema dado o una descripción personal también permiten a los reclutadores conocer al candidato. Cada factor pondera diferente para cada centro”, dice Miguel Huerta, coordinador de Education USA en Chile.
En el Reino Unido el tipo de enseñanza media que se cursa condiciona el tipo de educación superior a la que se puede acceder. En esta línea, se considera el rendimiento del alumno en los exámenes A-levels, que se rinden siendo parte de un colegio de tipo académico, pero queda a criterio de cada plantel las exigencias que piden y los postulantes a los que deciden hacerles una oferta. Lo mismo con las carreras y cupos que disponen.
Modelo restrictivo
A propósito de cupos, Argentina no establece a priori vacantes para sus carreras. Nuestro vecino no cuenta con una plataforma administrativa, por lo que la postulación se hace directamente en cada institución.
Además, no existen requisitos mínimos de entrada; las instituciones públicas solo piden haber egresado de la educación media. Si el objetivo es graduar a muchos, la fórmula no parece efectiva: en la Universidad de Buenos Aires, la tasa de abandono durante el primer año es de cerca de 50%.
A nivel latinoamericano, la existencia de pruebas estandarizadas de admisión universitaria es la excepción. Solo Chile y Brasil cuentan con estos sistemas de admisión más centralizados y selectivos, mientras que en el resto del continente, cada institución tiene su proceso de admisión particular. Aunque en la práctica, Colombia sí tiene un examen común, “dependerá de cada plantel si lo considera o no como mecanismo de selección”, indica el informe.
Fuera de la región, Alemania muestra un alto grado de selectividad. Aunque existe un sistema centralizado para postular y hay algunas instituciones que piden haber rendido una prueba (Abitur), en el país “existen tres tipos de admisión en pregrado. Una es la abierta, donde a varias carreras el candidato postula directamente a la universidad de interés y cada una decide su ingreso, según criterios como notas, cartas de motivación especiales”, dice Susane Reischmann, representante del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) en Chile.
“Parte del problema del SUA es que es muy restrictivo para las instituciones, provocando que sea un sistema cerrado, sin hacerse cargo de la diversidad de la educación superior ni de las diferencias de los estudiantes. Una mayor libertad para definir los factores y ponderarlos, no solo le da apertura al sistema integrado a las diversas instituciones, sino que permite una mejor selección, cuestión que no necesariamente significa poner mayores requisitos de ingreso. Por ejemplo, sería beneficioso que las instituciones tengan autonomía para darle menos peso a la PSU, o aumentar la admisión especial”, concluye Vergara.