La llamada ansiedad matemática afecta principalmente a mujeres (61%). Según expertos, se podría deber a que en clases se reproducen estereotipos.
La última entrega del Simce -prueba que mide la calidad de la enseñanza a nivel nacional- evidenció que los alumnos tuvieron mejor rendimiento en Matemática (266 puntos promedio) que en Lenguaje (252 puntos). Además, de los 211 puntajes nacionales que hubo en la última PSU, 199 fueron en Matemática.
Aunque más jóvenes destacan en esta asignatura, tras estos resultados se esconde un hecho ‘preocupante’, según autoridades y expertos.
Un estudio de la Agencia de Calidad de la Educación -que se hizo con los cuestionarios que responden los jóvenes junto al Simce- reveló que el 54% de los alumnos de 2º medio tiene ansiedad matemática. Esto quiere decir que ‘se paralizan, el pensamiento se pone en blanco, empiezan a sudar, hay nerviosismo y no se puede pensar con tranquilidad’, dice Marigen Narea, psicóloga e investigadora del Centro de Justicia Educacional de la U. Católica.
Impacto en los exámenes
Los alumnos que dicen sentir ansiedad frente a un examen de Matemática obtienen, en promedio, 24 puntos menos en el Simce que un compañero que no sufre esta ansiedad (256 puntos versus 280). Además, se comprobó que los puntajes decrecen a menor nivel socioeconómico, y que el nerviosismo se exacerba en las mujeres. El 61% de las niñas lo sufriría, en comparación al 46% de los hombres.
Según el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad, Carlos Henríquez, esto se explicaría porque, según distintos estudios, ‘los profesores reproducen inconscientemente estereotipos de género que inciden en sus decisiones pedagógicas, específicamente en subestimar la capacidad matemática de las niñas, lo que tiende a dificultar su proceso de aprendizaje’.
Henríquez ejemplifica que uno de los casos más comunes es que los docentes ‘interactúan menos con ellas, usan más ejemplos masculinos para explicar conceptos en clase’.
Otro factor que podría influir en que más mujeres tengan ansiedad matemática es que ‘desde el hogar se cultiva la idea de que esta materia es un asunto de hombres y que es normal que a las mujeres no les gusten ni les atraigan las matemáticas’, dice José Joaquín Brunner, experto en educación de la U. Diego Portales.
¿Qué hacer?
Una solución ante esto sería ‘un cambio de actitudes culturales en el hogar y en las relaciones de género (…). También ayuda que en la escuela se adopten métodos más activos de resolución de problemas matemáticos y se dé igual participación a las mujeres en los procesos de resolución’, añade Brunner.
Secunda el punto Carlos Henríquez: ‘Es necesario avanzar en un sistema educativo que considere la relevancia de variables como estas (la ansiedad) y cómo trabajarlas, desde la formación de los profesores, pasando por el trabajo intencionado en la sala de clases e incluyendo el trabajo con las familias’.
Ante la idea de que los docentes generen mayor inseguridad entre las escolares, el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, dice que ‘hay una coherencia entre lo que sienten los estudiantes y la presión que tienen los docentes frente a los resultados’. Añade que si bien ‘puede que exista algo de eso (menos atención a las mujeres), el maestro se ve sometido a la misma presión por el rendimiento’ que tendrán sus estudiantes en las pruebas estandarizadas.
En tanto, el director ejecutivo de Acción Educar, Daniel Rodríguez, postula que se vuelque la atención a las instancias donde se incrementa la brecha de género, como las pruebas estandarizadas. ‘La ansiedad tiene que ver con estructuras. Por ejemplo, la PSU tiene un estrés por darla solo una vez en el año, esto se podría aliviar con incorporar más rendiciones en un año’, dice. Y eso podría jugar a favor de las mujeres, según el experto.