El Mercurio: El director de Educación de la OCDE traza el camino hacia una enseñanza de calidad

Por M. Cordano

Cuando tenía 10 años, la familia de Andreas Schleicher optó por sacarlo de la escuela a la que asistía. Uno de sus profesores había dicho que el niño carecía de habilidades para triunfar en el mundo académico, lo que a ellos les pareció un comentario poco adecuado para un maestro. Entonces, lo trasladaron a un nuevo establecimiento y comenzaron con la tarea de quitar esa concepción de su cabeza.

“Algo tan simple como preguntar a los niños cómo les fue en el colegio tiene un impacto enorme en los resultados de aprendizaje”, comenta Schleicher 40 años después, durante la inauguración del Foro Global de Educación y Habilidades 2016. El evento -desarrollado en Dubái bajo el patrocinio de la Fundación Varkey- congregó hace unos días a más de mil especialistas de 110 países bajo el objetivo de conocer y expandir modelos educativos exitosos.

Schleicher fue invitado a dar el discurso inaugural por su cargo de director de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En el cargo desde 2012, el matemático alemán ha supervisado el desarrollo de pruebas como PISA, además de participar en una exitosa charla TED, centrada en el uso de estadísticas en educación.

Precisamente, en su último discurso se refirió mucho a esta área. “Al reunir datos es posible concluir que el 10% de niños más desaventajados de Shanghai sabe más Matemáticas que el 10% de los estudiantes más acomodados de Estados Unidos. Esto permite dilucidar que la pobreza no es un destino, pero que muchos sistemas escolares fallan drásticamente cuando se trata de servir a los más vulnerables”, planteó.

Para José Joaquín Brunner, especialista del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales, el fenómeno no es ajeno a Chile. “En los países de la OCDE, un 20% de los adolescentes a los 15 años no alcanza el umbral mínimo de competencias cognitivas en los dominios de comprensión lectora, manejo numérico y razonamiento científico. En América Latina, esa cifra oscila entre 40% en el caso de Chile y más de 70% en el de Perú. Esto significa que las oportunidades de estudio que ofrecen nuestros colegios subvencionados, especialmente a los niños y jóvenes de hogares de menores recursos, son de escasa calidad y poco pertinentes para las necesidades del mundo contemporáneo”.

En su presentación, Schleicher aclaró que esto no es solo cuestión de invertir más recursos, sino de saber administrar aquellos con los que se cuenta: de nada sirve gastar en tecnología si no se enseña a los profesores a aplicarla, ni invertir en nuevos centros si estos no actualizan su malla curricular, ejemplificó.

“Se hace necesario volver a pensar en los patrones organizacionales que sustentan la mayor parte de los colegios de hoy. El profesor solitario, las aulas separadas unas de otras, los horarios rígidos”, indicó. Su llamado apunta a probar cómo funciona un sistema menos monótono, donde la materia se enseña mediante actividades prácticas en grupo e involucrando más de una disciplina.

“Pero quizás el mayor desafío es hacer que los cambios educativos sean resilientes a los cambios políticos, lo que implica escuchar la voz de todos, pero al mismo tiempo, evitar que esto se convierta en un consenso del mínimo común denominador, porque necesitamos asegurar que la educación pueda responder a nuevas demandas”, expuso.

Reformas

“Schleicher pone entre los aspectos claves para el éxito de una reforma la continuidad y consistencia de las políticas educacionales entre los distintos gobiernos. Aunque el acceso de los más vulnerables al sistema sigue siendo parte de las prioridades, en Chile, el Gobierno actual ha instalado un discurso refundacional que descarta las políticas de los cinco anteriores, como las becas y créditos”, reflexiona Daniel Rodríguez, investigador de Acción Educar.

“Dice que las reformas educacionales exitosas deben fundarse en una visión compartida, con prioridades claras y consistentes. En seguida, que deben poner énfasis en la gestión de las escuelas, invertir fuertemente en las capacidades profesionales de los docentes y poseer una arquitectura eficaz para la implementación de los cambios. Me llama poderosamente la atención que las reformas impulsadas por el Gobierno van a contramano de estas recomendaciones”, agrega Brunner, quien dice que estas carecen de una visión común y que no se cuenta con “prioridades ni carta de navegación”. Además, siente que el Ministerio de Educación no tiene una adecuada institucionalidad para implementar los cambios.

“Solo en un caso se cumple parcialmente con lo indicado por la experiencia internacional: se espera invertir más en el desarrollo profesional de los docentes”, indica.

Bajo la experiencia de Schleicher, los buenos maestros son aquellos que incentivan el aprendizaje de todos sus alumnos, sin dejar de lado a los que parecen más débiles, como le sucedió a él en su primer colegio. “Las escuelas de élite no son llamadas así por su forma de enseñar Matemáticas o Historia. Su principal diferencia es que se centran en fomentar dimensiones como la curiosidad, el coraje o el liderazgo de cada uno de sus miembros”. Sucede en establecimientos públicos y privados.

“Invertir en educación mejora consistentemente la situación económica de las personas y también beneficia al Estado. Esto nos recuerda la importancia de que la inversión privada en educación se promueva como algo positivo”, plantea Rodríguez.

Discurso completo en https://educationandskillsforum.org/gesf-2016-welcome-and-opening-address/ (desde minuto 31)

Ver reportaje en diario El Mercurio.