De los 20 mil alumnos que tenía el plantel, 13 mil aún están estudiando o ya se titularon. Se espera que el próximo año la UDM cierre sus puertas definitivamente.
No es ni la primera ni la segunda fecha que se programó. Pero hasta el momento, el 28 de febrero de 2018 se concretaría el cierre definitivo de la Universidad del Mar.
El proceso comenzó hace cinco años, cuando en 2012 el Ministerio de Educación, después de una serie de denuncias y posterior investigación, anunció el cierre del plantel al detectarse irregularidades que ponían “en riesgo la calidad y continuidad del servicio educativo”.
Luego, el ministerio comenzó a reubicar -aunque no lo logró en un 100%- a los 20.431 alumnos matriculados en la casa de estudios. “Se consideró un proceso que permitió que más de siete mil jóvenes pudieran matricularse en otras 26 instituciones, además de convenios especiales de movilidad”, señalaron desde la División de Educación Superior del Mineduc.
Para todo el proceso de reubicación y cierre, la cartera ha destinado $34.591 millones, casi $4.500 millones más que la última cifra conocida, en enero de 2016. La mayoría de los recursos ($19 mil millones) fue a una beca de reubicación que se creó especialmente para los jóvenes y que cubre el arancel de referencia de sus carreras, además de otro beneficio para su nivelación académica.
El Mineduc precisa que “adicionalmente, se entregaron fondos de apoyo directo a las instituciones, así como becas de Junaeb para la mantención y alimentación” de los jóvenes (ver infografía).
Raúl Figueroa, quien en 2012 trabajaba como asesor legislativo en el Mineduc y es actual director ejecutivo de Acción Educar, indica que “el proceso de cierre de la U. de Mar fue bastante complejo”, y puntualiza que “los recursos se destinaron a becas para que los alumnos pudiesen terminar los estudios, lo que a mi juicio era lo correcto, porque la otra alternativa era inyectarle fondos fiscales directamente a la universidad, y por esa vía beneficiar a un proyecto que claramente había sido un fracaso”.
El abogado insiste en ese punto y sostiene que “no parecía correcto incorporarle recursos a una institución que evidentemente había incurrido en una serie de ilegalidades y por eso se optó por diseñar un mecanismo hacia los alumnos”.
En tanto, Ernesto Treviño, director del Centro para la Transformación Educativa de la UC, sostiene que “las cifras parecen razonables, pues se ha atendido a cerca de 12 mil estudiantes, y eso lleva a que, en promedio, desde 2012 se hayan invertido $2,8 millones por alumno, incluidas las becas”.
Estudiantes
Más allá de las cifras, el proceso de reubicación ha recibido críticas por parte de los ex alumnos. Susana Giacaman, ex presidenta de la federación de estudiantes, aseguró en la comisión de Educación de la Cámara Baja que siempre hubo problemas para contar con la información administrativa de la universidad, al igual que con la reubicación. De hecho, indicó que en muchos casos los propios estudiantes se buscaron una institución para seguir con sus clases.
Giacaman llegó, incluso, a solicitar que se disolviera una mesa tripartita -entre el Mineduc, los diputados y los alumnos de la U. del Mar-, porque “nos aburrimos de ser nosotros los que proponíamos soluciones y solamente recibir portazos en la cara por parte del Mineduc y sus representantes”.
Por su parte, Figueroa asegura que “lamentablemente todo el proceso de cierre del plantel se politizó demasiado, al punto que fue utilizado por la oposición de ese tiempo para hacer una acusación constitucional contra el entonces ministro (de Educación) Harald Beyer”.
Reubicación
Cuando se inició el cierre, la U. del Mar informó que tenía más de 20 mil alumnos matriculados, y según datos del Mineduc, hasta el año pasado 13.612 estudiantes terminaron sus estudios o bien seguían estudiando (ver infografía).
“Respecto de los 6.819 restantes, no hay información disponible. Esta situación no implica necesariamente que hayan desertado de la educación superior, sino que es posible que se hayan matriculado en instituciones que no reportaron su matrícula”, dicen desde el Mineduc.
Con todo, del grupo de jóvenes que sí está catastrado, hasta fines del año pasado había 114 que estudiaban en la U. del Mar. Si alguno se atrasa con sus ramos, podría implicar una nueva reprogramación de cierre. “En la eventualidad de que el avance académico de los estudiantes al segundo semestre de 2017 lo requiera, el ministerio resolverá si es necesario ampliar el plazo de cierre”, informaron.
Una de las universidades que más alumnos recibieron en la reubicación (1.337) fue la U. Católica del Maule. Su rector, Diego Durán, asegura que cuando llegaron los alumnos “tuvimos que tomar sus mallas (curriculares) y lo que hicimos en algunos casos fue incorporar nuevos elementos, para nivelarlos en áreas como lenguaje y matemática. Fue algo muy positivo y bienvenido por los estudiantes”.
Añade que para darle continuidad de estudios, “en algunos casos seguimos trabajando con profesores que ellos tenían”, y en otras situaciones se contrató a nuevos docentes. Fue un proceso “muy interesante el poder darle una salida a una situación tan angustiosa como la que les tocó vivir. Fue un motivo de mucha alegría para esta institución”, afirma.
Según Durán, en su universidad quedarían cerca de 300 estudiantes provenientes de la U. del Mar: “Esto es algo que debería terminar prontamente”.