Además de publicar en papers y revistas científicas, se requiere que en los próximos años las universidades nacionales contribuyan a encontrar soluciones para problemas actuales que vive Chile.
Diversificar la matriz productiva del país, pero también encontrar respuestas a los problemas que hoy enfrenta Chile son aspectos clave para avanzar hacia el desarrollo, un camino que el país transita hace décadas. ¿Qué falta, entonces? El análisis de los expertos apunta a la necesidad de lograr una mayor inversión en investigación, pues la generación de contenido experto es condición sine qua non para dejar el subdesarrollo. La calidad de la ciencia chilena es reconocida en el exterior, sobre todo cuando se habla de la cantidad de publicaciones que tiene la comunidad científica, pero se requiere más que eso. Es necesario, a través de la investigación, atender problemas como la obesidad, el envejecimiento de la población. Y, en este contexto, las universidades tanto públicas como privadas juegan un rol relevante. Así quedó en evidencia, desde marzo de 2020, cuando la pandemia llegó al país y los centros de educación superior de Chile pusieron a disposición su experiencia para contribuir a enfrentar la pandemia.
María Verónica Santelices, directora alterna del Núcleo Milenio: Experiencias de los Estudiantes de la Educación superior en Chile, afirma que ‘la investigación que se ha venido realizando en las universidades permitió generar estrategias y apoyar la toma de decisiones en el ámbito educacional y en el ámbito científico; también permitió apoyar en el diseño e implementación de nuevos estudios para seguir aprendiendo de la situación de pandemia’. ‘Estos son ejemplos de la importancia de la investigación e innovación que se realiza al interior de las instituciones de educación superior y que debería potenciarse en el futuro. En particular, la investigación en las áreas de educación superior y escolar; en las áreas de la salud tanto física como mental; en la gestión de personas y de información; en las áreas de logística y distribución, telecomunicaciones y conectividad han sido y seguirán siendo importantes en la adaptación a nuevos desafíos a nivel nacional y latinoamericano’, afirma la también académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica.
Comparte el diagnóstico Tania Villarroel, directora de Estudios de Acción Educar, al señalar que, desde el comienzo de la pandemia, ‘gran parte de las instituciones del nivel terciario, tanto estatales como privadas, demostraron ser imprescindibles en la lucha contra el covid-19’. De hecho, comenta, muchas universidades se unieron en una red de laboratorios para apoyar al gobierno en la detección de casos de coronavirus, lo que ‘sin lugar a dudas ha sido indispensable’. Asimismo destaca la creación del Consejo Asesor para la Educación Superior, integrado por el Ministerio de Educación, el Ministerio de Ciencia y Tecnología y rectores de distintas instituciones de educación superior.
Agrega que ‘el trabajo colaborativo fomenta la innovación, por lo que es una buena noticia que se haya creado una instancia institucional que permita el intercambio de ideas entre todas las instituciones de educación superior reconocidas por el Estado’, afirma. ‘El conocimiento experto que se genera al interior de las instituciones durante esta pandemia ha estado a disposición de la sociedad, pero ese vínculo puede seguir desarrollándose buscando nuevas formas de comunicación y participación en la sociedad. Es importante explorar canales que le permitan a las instituciones de educación superior abordar y resolver problemas concretos del día a día’, sentencia María Verónica Santelices.
Otros retos
Pero no solo en innovación e investigación es necesario avanzar. Ana Luz Durán, directora del Centro de Investigación para la Educación Superior U. San Sebastián, apunta a la necesidad de ‘replantearse las modalidades de enseñanza y entender que las nuevas generaciones que están ingresando a la universidad aprenden de una manera distinta’. ‘La pandemia nos evidenció que la existencia de la presencialidad como única’ forma de enseñar ha quedado en el pasado.
Esta es una situación bien crítica, porque los propios profesores/as universitarios hasta ahora denostaban la educación a distancia y ese es un error. La pandemia nos ha permitido aprender que existe una diversidad de canales y estrategias de aprendizaje’, explica. En esta línea, afirma que se debe comprender que ‘la educación a distancia no es trasladar’ la clase presencial a la plataforma. La educación a distancia tiene un modelo y maneras específicas de lograr los aprendizajes entendiendo la diversidad de estudiantes’. Se deben potenciar, comenta, modelos híbridos de enseñanza, que ‘articulen lo sincrónico con lo asincrónico con trabajo autónomo del estudiante. Así como lo presencial y a distancia, permitiendo alternativas flexibles a los estudiantes’.
‘Debemos desarrollar una educación más integral, no solo centrada en los contenidos. Algunos estudios destacan que a futuro se requieren habilidades blandas e inteligencia emocional en cargos de liderazgo, que impliquen identificar y manejar las emociones propias y de los equipos. (Thomas International, 2021). Este es un tema clave en la formación de las futuras generaciones’. Un tercer aspecto, a juicio de la también decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la USS, es la necesidad de realizar ‘modificaciones normativas que permitan que las universidades se atrevan a innovar, sin que ello indique una pérdida de la calidad de la oferta formativa’.
También se debe avanzar, detalla Tania Villarroel, en la transformación de las salas de clase a aulas virtuales, la empleabilidad de los estudiantes y la sostenibilidad de las instituciones, entre otros. ‘Es primordial repensar las políticas que se encuentran actualmente en implementación para que conversen con los sistemas de acceso, calidad y financiamiento. En consecuencia, debemos orientar estos procesos para que permitan un mayor dinamismo y flexibilidad dentro del sistema y así adaptarnos de mejor manera a los cambios’, añade.