En menos de una década, varios los superan en PSU y Simce. Expertos afirman que combinan la exigencia académica y el buen clima que apoderados buscan.
Hasta La Moneda llegó la solicitud de una familia desesperada. En medio de la preocupación que les producía la crisis que vive el liceo, los padres de quien aún era alumno del Instituto Nacional (IN) escribieron pidiendo ayuda para encontrar un nuevo colegio. La petición era simple: querían que su hijo tuviera clases.
El mensaje fue derivado a la Seremi de Educación, que logró la incorporación del niño a un destacado liceo de Ñuñoa.
La secretaría también gestiona los casos de otros padres que han solicitado auxilio. Algunos ya están postulando al Colegio Parroquial de San Miguel, por ejemplo.
“Es súper cotizado por su proyecto, que creo que es justamente la razón de por qué alguien del Instituto Nacional decide, finalmente, irse”, dice la seremi Bárbara Soto, quien añade que el establecimiento también destaca por su buen clima de convivencia y sus resultados académicos.
“Un ejemplo de calidad”
Durante décadas, niños y familias habían soñado con llegar al Instituto Nacional, el liceo de los mandatarios, personajes públicos y líderes. Pero hasta el 14 de mayo, según datos obtenidos por Ley de Transparencia, 30 alumnos se habían retirado del IN. La mayoría cursaba 7° básico o 1° medio.
Más allá de los resultados académicos, el ambiente que se vive al interior de un colegio también sería clave para los padres a la hora de elegir un establecimiento.
Así lo plantea Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar, quien señala que “el desarrollo de un alumno en un contexto más protegido permite que puedan formar mejores relaciones y lazos”.
La abogada advierte que “en establecimientos como el Instituto Nacional, donde la violencia empieza a ser más constante, esto sí afecta la calidad”.
En contraste, durante los últimos años, un grupo de colegios ha combinado la exigencia académica y la buena convivencia. Los expertos apuntan principalmente a los llamados Liceos Bicentenario, que ya suman 100 a lo largo del país. Estos establecimientos, impulsados desde 2010 con la calidad y los buenos resultados como objetivo, han logrado alcanzar y, en algunos casos, superar el rendimiento del Instituto Nacional.
En la PSU más reciente, el Bicentenario San Pedro (Puente Alto) fue el segundo mejor municipal con 662 puntos de promedio, mientras que el IN fue el cuarto en esta categoría, con 647.
Entre los diez mejores municipales, cuatro son Bicentenario y cuatro son emblemáticos; pero los primeros llevan solo diez años con esta categoría.
Datos del Simce de 2° medio analizados por el Centro de Políticas Públicas de la U. del Desarrollo (UDD) muestran que en Matemática, los Bicentenario superaron por 29 puntos el promedio nacional.
Los mejores establecimientos de este tipo —y que son mixtos o solo para varones, por lo que representan alternativas al IN— tienen todos más de 300 puntos en Matemática. Una situación que no se repite en los principales liceos emblemáticos que serían comparables.
El Liceo Bicentenario San Pedro (Puente Alto), por ejemplo, obtuvo 360 puntos en Matemática. Esto, mientras que el Instituto alcanzó solo 335.
“Ante la necesidad de abordar la educación pública como política de Estado, estos liceos muestran un camino efectivo para obtener buenos resultados. Son un ejemplo de calidad que se busca expandir”, afirma el subsecretario de Educación, Raúl Figueroa.
Mauricio Bravo, investigador del Centro de Políticas Públicas UDD, destaca que el modelo “se basa fuertemente en la motivación escolar de los estudiantes y las familias y el compromiso que tienen hacia la educación. Eso crea un círculo virtuoso, en el sentido de que se comprometen y junto con la escuela van avanzando para obtener mejores resultados”.
A juicio de María Paz Arzola, investigadora de Libertad y Desarrollo, esta “cultura de altas expectativas” genera amplias repercusiones positivas. Advierte que la normalidad en las actividades académicas es clave: “Si ni siquiera hay clases, no se está generando la instancia para desarrollar los aprendizajes y poder lograr los objetivos”.
El método que impulsan los 100 recintos de excelencia
Este año comenzaron a funcionar 40 nuevos liceos Bicentenario técnico-profesional, que se suman a los 60 recintos que ya están operando desde comienzos de década. Se espera que al término del Gobierno haya un total de 300 liceos de este tipo.
Según el subsecretario de Educación, Raúl Figueroa, los liceos Bicentenario nacieron como un “instrumento de movilidad social muy efectivo” y tienen cinco ejes de trabajo con los cuales las comunidades y apoderados “tienen un compromiso muy fuerte”.
El primer eje es una cultura “de altas expectativas, que significa partir de la base de que todos los niños pueden aprender, y que, por lo tanto, no importa cuál es su contexto o nivel socioeconómico”. El grado de vulnerabilidad en estos establecimientos es cercano al 87%.
Otro punto es que “hay un impulso muy fuerte a la nivelación, en orden a evitar que algunos niños se queden rezagados dentro del proceso de aprendizaje”, según Figueroa. Asimismo, se respeta la autonomía de los recintos en cuanto a que puedan implementar sus proyectos y se busca que tengan un buen liderazgo directivo, “para las mejoras en todo el sistema educacional”.
Y un foco particular, según Figueroa, es que se valoran y se potencian “los aprendizajes y que el espacio para que estos se adquieran es la sala de clases”.