Las cifras distan una de otra: mientras 79% de los jóvenes entre 18 y 24 años dice valorar el rol social de los profesores, solo dos de cada diez siente que estos tienen una perspectiva laboral que vale la pena. A esta conclusión llegó el índice que hace menos de un mes dio a conocer Elige Educar (junto con GfK Adimark) y que entre otras cosas, muestra que esta percepción induce a alumnos destacados, que alguna vez manifestaron interés por ser profesores, a optar por una carrera distinta.
“Si a estos jóvenes les preguntan si les interesaría ser profesores, muchos dicen que sí. Existe un interés declarado. Pero si después miras las cifras de los alumnos que sacaron más de 550 puntos en la PSU, finalmente cerca de la mitad no postula a carreras relacionadas al área”, dice María Paz Medeiros, directora de estudios de Elige Educar.
Otro sondeo de la institución -que busca comprometer a la sociedad en la mejora de la educación- mostró que entre las cosas que valoran los estudiantes al escoger una carrera están las condiciones laborales y la posibilidad de estar constantemente aprendiendo cosas nuevas e ir desarrollándose profesionalmente.
“Poner etapas de desarrollo que permitan diferenciar a un profesor de otro, reconociendo ciertos niveles de logro, es bastante atractivo. Supone la sensación de avanzar, de progreso”, comenta Ignacio Illanes, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, respecto a uno de los lineamientos del proyecto de carrera docente que se dio a conocer hace unos días.
Entre otras propuestas presentadas, está que una vez aprobada la iniciativa, un profesor con contrato de 44 horas gane 950 mil pesos (alrededor de 300 mil pesos más que actualmente). Los especialistas coinciden en que contar con un buen sueldo es de enorme importancia para no desviar a los alumnos de mejor rendimiento. Sin embargo, los estudios de Elige Educar muestran que solo 9% de quienes postularon a la Beca Vocación de Profesor con promedio NEM mayor o igual a 6.0, optarían por estudiar una carrera de educación en una institución de bajo prestigio. Incluso si las condiciones del mercado laboral después aseguraran un sueldo promedio de 2 millones de pesos mensuales.
“Los buenos alumnos buscan universidades y carreras desafiantes. Les importan mucho los sueldos, pero están en busca de más”, plantea Illanes.
Más motivante
El desafío al que se hace referencia debe formar parte toda la carrera, creen los especialistas. Así, por ejemplo, Beatrice Ávalos, Premio Nacional de Educación, cree necesario que las facultades de Educación se preocupen de estar al día con las últimas tendencias en el área.
“Se ha visto que los estudiantes en general se sienten más desafiados e interesados en las asignaturas que tienen que ver el contenido mismo, como Historia o Matemáticas. Y eso puede que tenga que ver con una falla en los cursos de formación pedagógica, donde los profesores quizás no están al día con las experiencias extranjeras, o no inspiran sus clases en resultados de las últimas investigaciones”, explica.
Para fomentar una carrera más motivante, también es necesario que los alumnos participen en prácticas profesionales bien organizadas, cree Illanes. “Es necesario contar con prácticas bien estructuradas, donde se entienda que el alumno no va de turista. Hay que exponerlos a buenos modelos de colegios, porque la idea no es que vayan a ver clases porque sí: desde el primer minuto hay que pedirles una actitud de observación y reflexión, una que les ayude a entender qué está pasando y les permita formar un juicio crítico”. Y agrega: “en tercer o cuarto año ya es importante exigirles un rol más activo. Pero para que esto resulte bien, es importante exponerlos a buenos docentes desde el principio”.
Los buenos alumnos también se pueden conseguir generando encuentros tempranos entre universidades y estudiantes de enseñanza media. El concepto de captación temprana, como se le conoce, es uno que Beatrice Ávalos conoció durante su paso por Inglaterra hace algunos años. “Consiste en identificar a quienes tienen capacidades e invitarlos a conocer el valor de la Pedagogía”, explica la profesora.
Para convencer a los alumnos interesados, pero aún indecisos, es conveniente generar políticas en donde la evaluación docente no solo consista en pruebas estandarizadas periódicas, que poco motivan.
“Para lograr que el desarrollo profesional sea desafiante y atractivo para quienes ejercen esta profesión, no basta con demostrar que tienen ciertos conocimientos a través de pruebas centralizadas. Es importante que los profesores tengan la oportunidad de dar a conocer su buen desempeño en el día a día, cosa que no se puede apreciar con pruebas o evaluaciones de este estilo. Los buenos profesores quieren ser reconocidos y para eso importa, por ejemplo, que existan observaciones por parte del director de cada colegio”, indica Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educativa.
“Urge entonces incorporar evaluaciones de desempeño y efectividad de los docentes. Eso permite que un profesor efectivamente confíe en sus capacidades y por esa vía entienda que puede acceder a mejores condiciones”, concluye.