“Si el ranking puro estuviera siendo aplicado, esto cambiaría radicalmente”. Aunque a su juicio estos tres años de aplicación han permitido el ingreso de jóvenes vulnerables, el vicepresidente del Consejo de Rectores, Juan Manuel Zolezzi, reconoce que el ranking de notas debe avanzar.
Creado con el fin de aumentar la inclusión de estudiantes de menos ingresos pero alto rendimiento escolar, este factor de selección bonifica a quienes están sobre el promedio de notas de su generación. Sin embargo, dado que está estrechamente ligado a las notas, y los colegios privados ponen mejores calificaciones, su impacto en el ingreso efectivo a la educación superior ha sido marginal.
Los datos muestran que en los últimos tres años solo un cuarto de los seleccionados por las universidades proviene del sector municipal. “Solo 27% de estudiantes de liceos municipales que rindieron la prueba quedaron seleccionados en el proceso de admisión. Esta proporción sube a 37% si se piensa en estudiantes de colegios subvencionados y a 72% en caso de los particulares”, advierte el director del CEP, Harald Beyer, quien agrega que antes de que se aplicara el ranking de notas el éxito de ingreso de jóvenes de planteles públicos era incluso mejor.
Pese a esto, para Zolezzi la herramienta sí favorece la inclusión, lo que comparte el rector de la UC, Ignacio Sánchez. “Para nosotros, el ranking ha sido un elemento de mayor equidad, pues ha beneficiado a un número mayor de alumnos subvencionados y municipales de los que entran a la universidad”, sostiene.
Y aunque también apoya su aplicación, su par de la U. de Chile, Ennio Vivaldi, plantea un punto pendiente. “El único problema que no fue puesto adecuadamente en la ecuación y habrá que ver una forma de abordarlo, es el perjuicio que tienen alumnos muy buenos de liceos emblemáticos. Ahí, claramente se castiga a jóvenes en carreras como Ingeniería y Medicina, que hubieran debido entrar y no lo hicieron por el ranking “, explica.
Más allá del diseño del ranking y su futuro, para los especialistas el problema de fondo está en solucionar la desigual preparación que tienen los jóvenes.
Los datos del Consejo de Rectores muestran que aunque al inscribirse para dar la PSU los estudiantes de ingresos más altos y los más vulnerables eran el 10,5% del total -es decir, unos 29 mil-, al momento de la selección el panorama cambió.
Casi todos los jóvenes de mayores recursos quedó en la universidad, pasando a ser el 22% de los admitidos. Entre los más pobres, solo uno de cada cinco lo logró y en la universidad serán solo 6% del total (ver infografía).
“Una prueba como la PSU por sí sola es muy discriminatoria, porque selecciona según origen económico y no talento, pero hay que ir evolucionando hacia encontrar los mejores instrumentos que nos permitan predecir qué alumno tendrá un buen rendimiento en la educación superior”, sostiene el rector de la U. Andrés Bello, Pedro Uribe.
En tanto, para José Joaquín Brunner, académico de la U. Diego Portales, “las brechas seguirán existiendo hasta que no logremos mejorar significativamente e igualar la calidad de las oportunidades educacionales en la enseñanza básica y media. Mejorar técnicamente la PSU es algo que debemos hacer, pero no está allí la raíz de las brechas”.
“Es una falsa ilusión pensar en igualar accesos a las carreras y universidades más selectivas si luego las tasas de deserción pasan a estar relacionadas con el nivel socioeconómico de los estudiantes”, agrega Beyer.
En esa línea, Raúl Figueroa, director de Acción Educar, sostiene que la clave para igualar la cancha está en “mejorar las condiciones del ambiente escolar, lo que se logra a través de la mejora de los profesores y dar más confianza a los colegios”.
Mientras tanto, el Gobierno sigue la tramitación de la ley que termina el lucro, copago y selección, que para las autoridades permitirá aumentar la inclusión. También se impulsa un programa de apoyo e ingreso directo a universidades estatales y se espera, para este año, la reforma del nivel universitario.
Este año también los rectores definirán cuándo aplicarán el ranking puro. Sobre ese tema, el rector de la U. Mayor, Rubén Covarrubias, lamenta que “se sigan provocando cambios en las reglas del juego en la mitad del partido. Eso no es sano para el estudiantado”.