Según Acción Educar, estas instituciones produjeron un 309% más de publicaciones indexadas en 2020 que en 2012.
Por I. Vargas
(Lee el artículo completo en El Mercurio)
El Mercurio publicó hoy un estudio de Acción Educar el cual da cuenta que el gasto total promedio en investigación y desarrollo de países de la OCDE ha crecido de manera constante en los últimos 25 años, alcanzando un 2,5% del PIB en 2019. No obstante, Chile tiene un gasto menor al 0,5% del PIB para esos efectos, según el análisis.
A pesar de ello, al observar 2012 y 2020 se produjo un gran aumento de publicaciones científicas en el país, con un crecimiento acumulado del 128%, según información expuesta en el informe, refiriéndose a la elaboración de artículos indexados en revistas de investigación (papers) y a capítulos de libros publicados en editoriales reconocidas.
El crecimiento más importante es en las universidades privadas fundadas después de 1980, que produjeron un 309% más publicaciones indexadas en 2020 que en 2012. Esto casi triplica el aumento en el mismo período de las universidades estatales (118%), y se aleja aún más de las universidades del G9 (85% en el mismo período).
Por otro lado, al ordenar a las distintas instituciones según su investigación, se da cuenta que la U. Andrés Bello se convirtió en la primera institución privada en entrar al ‘top 5’ de las instituciones que más publican en Chile, reemplazando en el cuarto lugar a la U. Federico Santa María, que en 2012 estaba en esa posición.
Así, pese a ser el grupo con menor cantidad de publicaciones totales, su crecimiento explica alrededor de un tercio del aumento de las investigaciones en esos 9 años. Esto, según el análisis, es incluso más destacable si se considera que las universidades privadas casi no reciben fondos estatales para investigación, a diferencia de las estatales y las del G9, por lo que casi la totalidad de sus gastos para estos efectos se financian mediante aranceles.
Daniel Rodríguez, director ejecutivo de Acción Educar, indica que cerca del 1% del presupuesto de las instituciones privadas ‘son fondos basales o concursables, mientras que en el caso de las universidades estatales o del Consejo de Rectores (CRUCh), las universidades del G9, tienen entre un 23 y 26% de su presupuesto en estos fondos’. Agrega que ‘son fondos basales que no tienen una orientación específica, son de libre uso, y muchas utilizan esos fondos para investigar’.
Por ello, dice que ‘es muy importante que se valore cómo las universidades privadas han ido avanzando de manera muy sólida en investigar, a pesar de ser tratadas de forma discriminatoria por el Estado’.
Rodríguez sostiene que buscan exponer una alternativa de política en la cual ‘todas las universidades puedan concursar por recursos, y que sean los mejores proyectos y las mejores líneas de investigación las que se financien’.
Con todo, precisa que no experimentar un crecimiento en investigación en los años, no hace que una institución sea peor que otra. ‘La calidad en educación superior nunca tiene que ver con valores absolutos, sino con cómo un proyecto se desarrolla y una universidad cumple sus objetivos. Algunas universidades tienen la investigación dentro de sus objetivos más centrales, otras no lo tienen’, ya que se enfocan más en la docencia, en la vinculación con el medio u otra faceta.
Lee el artículo completo en El Mercurio.