Quienes están a favor de eliminarlas afirman que provocan frustración en los estudiantes y desvían el foco del aprendizaje. En contra se argumenta que esto no necesariamente va a terminar con el agobio de los escolares.
Antes fue el uniforme escolar y las tareas para la casa. Hoy el tema que genera debate es una nueva iniciativa que apunta a quitar presión a los estudiantes: eliminar las notas tal como se conocen ahora –en la escala de 1 a 7– en los primeros años de la enseñanza básica.
Se trata de un proyecto de ley –que se comienza a discutir hoy en la Comisión de Educación del Senado–, el cual establece que hasta 4° básico los colegios deben usar sólo criterios cualitativos para evaluar a los alumnos, eliminando las notas numéricas. Esto con el objetivo de terminar con el agobio a los estudiantes y poner el foco en sus aprendizajes.
Así lo explica a Emol el senador Jaime Quintana (PPD), autor de la iniciativa: “Chile es uno de los países con mayores índices de medicación de menores y el agobio escolar contribuye a esa realidad. En educación preescolar el niño aprende en base al juego, pero llega a 1° básico y experimenta un cambio demasiado brusco al verse obligado a competir por una nota. Está demostrado que eso, independientemente de los resultados, genera frustración en el menor”.
Al ser consultada sobre esta iniciativa, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, comentó esta mañana que, con las normas vigentes, “hoy día se permite que los colegios puedan establecer distintos sistemas de evaluación”; eso “siempre y cuando al final se establezca una evaluación por nota para que todos los colegios tengan el mismo sistema final”.
También subrayó que “hay que cuidar otro principio fundamental: que los padres puedan saber de verdad si sus niños están aprendiendo lo que tienen que aprender”. Sostuvo que, “dentro de eso márgenes, de respeto por los proyectos educativos y el derecho de los padres a conocer si sus hijos están aprendiendo, (hoy) hay mucho espacio para la libertad y la autonomía” de los colegios en esa materia.
Sobre este punto, Quintana dice que “es cierto que el sistema hoy día permite cierta flexibilidad” a los colegios en sus evaluaciones, pero “al no existir una norma marco, lo que ocurre es que sólo algunos niños, generalmente de familias con recursos, pueden acceder a colegios con sistemas de evaluación cualitativos que mejoran sus aprendizajes” y lo que pretenden es que “todos los niños tengan un sistema de evaluación integral que beneficie su desarrollo cognitivo”.
Por eso espera que “el Mineduc se abra a este debate transversal” y destaca que su moción también fue suscrita por dos parlamentarios de RN –Francisco Chahuán y Manuel José Ossandón–, además de Yasna Provoste (DC). “Esto no es un tema de izquierda o derechas, es un tema de sentido común y de bienestar de los niños y sus familias”, asegura.
Las notas pueden ser “fuente de comparaciones y frustraciones”
Desde el ámbito académico, la investigadora de Política Educativa de Educación 2020, María Angélica Mena, dice estar muy de acuerdo con el fondo del proyecto, pues a su juicio recoge una realidad “y es que la nota hoy se apodera de la cultura escolar, se apodera de las relaciones entre estudiantes, entre estudiantes y profesores y al interior de las familias”. Afirma que las calificaciones “tienen un peso tan grande, que llegan a ser fuente de comparaciones, de frustraciones y desmotivaciones” en los estudiantes.
Esto provoca además que se desplace el foco del aprendizaje. “La nota prácticamente llega a anular el valor del aprendizaje por sí solo. De hecho, los adultos muchas veces caemos en preguntarles a los estudiantes ‘¿qué nota te sacaste?’, en vez de preguntarles ‘¿qué estás aprendiendo?’ o ‘¿qué te ha interesado?'”, dice la experta a Emol.
Comenta que muchos creen que “las personas aprenden por las notas” cuando no es así, ya que “si miramos nuestras propias experiencias, cuando hemos aprendido cosas significativas es porque hemos disfrutado intensamente, hemos visto las cosas de forma diferente, nos ha servido para algo. La evaluación tiene que ir por ese camino también”. “Hay que devolverle el lugar al aprendizaje y eso significa restarle centralidad a la nota”, sostiene.
La investigadora hace ver que la normativa que existe va en esta línea, pues el decreto 67 –que se promulgó en 2018– “promueve una visión de la evaluación más centrada en la retroalimentación de los estudiantes y más preocupada de que tenga sentido en función de los aprendizajes”.
María Teresa Flores, académica del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile, conoce de cerca el tema, pues ha seguido la experiencia del Liceo Manuel de Salas, que hace dos años comenzó a eliminar las notas, lo que ya se ha implementado en 1° y 2° básico.
En entrevista con Canal 24 Horas, la experta comenta que “el resultado ha sido positivo”. “Cuando los estudiantes llegan a la casa, por ejemplo, la clásica pregunta es ‘¿qué notas tienes?’, y los estudiantes empiezan a constituir una identidad a partir del número, empiezan a decir ‘yo soy un 3 en matemáticas…’; en cambio en esta lógica, como no hay un número asociado, lo que dicen los estudiantes es ‘nosotros no usamos notas, pero te puedo contar lo que aprendí'”.
Explica que “al tener referentes de naturaleza cuantitativa, se genera una lógica de valor de cambio, donde la motivación del estudiante ya no es motivación intrínseca, sino que está motivado por obtener la nota”. “Hay muchos profesores que te dicen que a los chiquillos si no se les promete una nota o una décima no hacen nada. Por lo tanto, la motivación o el foco no está en el aprendizaje, sino en qué se obtiene”, señala la académica.
Por eso, dice que con una iniciativa como ésta se puede “quitar el foco de este valor de cambio y poder generar un aprendizaje mucho más profundo, como foco de la experiencia educativa”.
“No es el Congreso a quien le corresponde definir” cómo se evalúa
Una visión diferente tiene Magdalena Vergara, directora ejecutiva Acción Educar. En su opinión, “si bien la intención del proyecto es positiva”, en el sentido de que “exista una mayor retroalimentación dentro de la sala de clases”, afirma que “no es el Congreso a quien le corresponde definirlo”.
“La evaluación es parte fundamental de los métodos de enseñanza, y no parece que deban ser los parlamentarios quienes fijen las prácticas pedagógicas al interior del aula”, señala la experta a Emol.
También cuestiona que el proyecto de ley que se está discutiendo “termina reduciendo la discusión a la manera de calificar de las escuelas, siendo que un cambio de un sistema numérico a uno cualitativo no necesariamente va a significar una mejora ni solucionar el problema del agobio”.
“La evidencia habla de la importancia de la retroalimentación, cuestión que hoy sí recoge la ley (…) Lo importante es cómo se comunica al estudiante y el uso que le da el profesor”, subraya.