El Ministerio de Educación ha indicado que el próximo año ingresará al Congreso un proyecto de ley con el fin de implementar una política de gratuidad en educación superior. No existen hasta la fecha muchos detalles sobre cómo se diseñaría una política de este tipo más allá de lo que indica el programa de gobierno, que incluye la aplicación de un sistema de fijación de aranceles, la eliminación de las actuales becas y créditos estatales y la exigencia de cupos para alumnos vulnerables, entre otras cosas. Las instituciones de educación superior que se adhieran a la gratuidad, tendrán que firmar un convenio donde acepten las condiciones que el Estado imponga.
Con el fin de aportar a esta discusión, Acción Educar hizo un análisis de los sistemas de financiamiento de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
El estudio concluye que solo 3 de las 34 naciones (Finlandia, Dinamarca y Suecia) cuentan con gratuidad universal para todos sus alumnos. Coincide además que en estos países la mayoría de la educación terciaria es otorgada y centralizada por el Estado (75% en Finlandia y más de 90% en los otros dos países). Lo anterior indica que políticas de gratuidad universal en países desarrollados no son lo más común y si existen, se dan en países con una alta concentración de matrícula estatal. Esta situación es muy diferente a lo que sucede en Chile, donde son las instituciones privadas las que más han aportado en la expansión de la cobertura en educación superior, la cual ha subido de de un 16% de cobertura bruta en 1990 a un 46% el año 2011 (Encuesta CASEN).
Por otra parte se observa que 12 países tienen gratuidad sólo en instituciones estatales y los restantes (19) no tienen gratuidad, tal como el caso de Chile. En estos países el financiamiento estudiantil se cubre generalmente con becas y/o créditos que se le entregan a los estudiantes.
Becas y créditos
Respecto del tipo de financiamiento que entregan los países a los alumnos para ayudarlos a solventar los aranceles y los costos asociados a estudiar, el análisis muestra que si bien existen países que prefieren sistemas en donde sólo se otorgan becas (8 países) o sólo se otorgan créditos (2), la gran mayoría (24) se inclina por regímenes que combinan ambas opciones. En este último grupo es posible encontrar a Chile y a países como Australia, Nueva Zelandia, el Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, entre otros.
Al analizar las condiciones de los créditos entregados, vemos que existe una gran heterogeneidad y no hay un patrón definido respecto de que tasas de interés cobrar, de que plazos de pago establecer, etc. De todas formas es posible indicar que el crédito ofrecido en Chile presenta condiciones más favorables que varios países en términos de su tasa de interés (fija de un 2%) y su periodo de gracia (18 meses). Asimismo, al igual que varios países como Alemania, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido, la cuota del crédito es contingente al ingreso, lo que en el caso de Chile significa que un alumno endeudado nunca pagará más del 10% de sus ingresos en el pago de la cuota.
Gasto en educación superior
Otro aspecto del que da cuenta el estudio es que Chile es el cuarto país de la OCDE que más recursos destina a educación superior [1]
(casi un 2,5% del PIB; siendo el promedio de la OCDE un 1%), superando incluso a países como Suecia, Finlandia y Dinamarca, en donde la educación es gratis y se encuentra, en su mayoría, bajo el alero del Estado. Sin embargo, si se observa la distribución de este gasto, vemos que Chile se encuentra muy por debajo del promedio de la OCDE en áreas como investigación y desarrollo.
Si se analiza la composición del gasto total según su fuente de origen, vemos que en el caso de Chile, a diferencia de la gran mayoría de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, el mayor porcentaje es aportado por los hogares (gasto privado), alcanzado un 1,7% del PIB; mientras que el gasto público en educación superior es del orden de un 0,7% del producto interno bruto, porcentaje que se encuentra debajo del 1,1% que gastan en promedio los estados, aunque por sobre Japón y la República de Eslovaquia. Esto sin embargo, va en la línea de la tendencia observada en el último tiempo dentro de los países miembros, en donde se ha visto un aumento de la participación del gasto privado para todos los niveles, pero particularmente para educación superior. En el año 2000, un 23% de los recursos provenía de fondos privados, mientras que en el año 2010 este porcentaje ascendió a un 32%. De los 34 países que pertenecen a esta organización, se tiene que 21 de ellos aumentaron la participación de fondos privados en el financiamiento de sus sistemas de educación superior.
Por otro lado, al observar el gasto por alumno en el sector terciario, vemos que éste más que duplica al de la educación media, ubicándose entre los países que más recursos por alumno destina a educación superior respecto a lo que se entrega para aquellos alumnos que se encuentran en educación escolar.
[1] Contempla tanto gasto público como gasto privado de los hogares.