La Presidente Bachelet, tras una serie de polémicas declaraciones del ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, reafirmó su compromiso con “la gratuidad en todos los niveles de la educación chilena”, política que junto a la admisión abierta en el sector estatal han sido consideradas claves para la igualdad de oportunidades y movilidad social en Argentina. Sin embargo, las cifras muestran que dichos objetivos no han sido cumplidos en el vecino país y en Chile tiene férreos detractores.
Un estudio de la fundación AcciónEducar analizó el impacto que han tenido estas políticas en el sistema universitario desde la perspectiva de la equidad, el buen uso de los recursos e indicadores de resultado. De acuerdo al informe, la educación universitaria argentina es “inequitativa e ineficiente”.
En materia de inclusión se observa que mientras el 57% de los jóvenes del quintil más rico de Argentina asiste a educación superior, sólo un 18% lo hace en el quintil de jóvenes más desfavorecidos, alcanzando un nivel de inclusión mayor que muchos países sudamericanos, pero inferior al de Chile (21%). Por su parte, respecto a la equidad del gasto público, el estudio destaca que mientras la gratuidad de la educación primaria beneficia principalmente a las familias de los deciles más bajos, el quintil más acomodado capta 2,5 veces más beneficios de la gratuidad universitaria.
El estudio afirma que Argentina es uno de los países con menor graduación en proporción a los estudiantes que ingresan a la universidad. La relación de graduados cada 100 alumnos nuevos es de 27, mientras que en Brasil esta tasa es de 50%, en Chile 59%, en México 61% y en Japón 91%. Cabe destacar que la tasa de graduados es casi el doble en el sector privado que en el estatal (40 graduados cada 100 alumnos versus 23).
Los estudiantes trasandinos se demoran un 60% más en terminar sus estudios, que la duración teórica de las carreras. Los factores indicados como posibles causas de este fenómeno son la ausencia de exámenes de ingreso y la gratuidad completa de los estudios, ya que según se indica “a los jóvenes no se les pediría que hagan un esfuerzo, ni intelectual ni financiero, para ingresar a las universidades, incluso las más prestigiosas”.