Expertos dicen que es efecto de política “rompe-paga”, de menor efervescencia estudiantil y de menos empatía de los padres.
“Mayo del año pasado: hubo 17 marchas por la Alameda con un destrozo promedio de $40 millones por marcha y 14 colegios tomados en forma permanente. Mayo de este año: sólo un liceo tomado y una marcha sin grandes destrozos por la Alameda. Vamos bien…”. Así explica el alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, el efecto de su política “colegio tomado, colegio desalojado” y “rompe-paga” en las tomas estudiantiles.
Según las cifras disponibles, el año pasado al lunes 13 de junio los liceos de la comuna ya habían perdido 157 días de clases. Este año a igual fecha (martes 13 de junio), la pérdida es de 24 días (ver gráfico).
“Este año el movimiento estudiantil, en sus expresiones más radicalizadas está más desprestigiado y los padres están tomando cada vez más distancia de ello”, dice el investigador de la UDP, José Joaquín Brunner. Agrega que “en medio de este clima, los padres de esa mayoría silenciosa que nunca han querido tomas han visto (de parte del alcalde) un respaldo a esa postura que da garantías de que el derecho a la Educación se va a cumplir para todos, y eso los alienta, incluso ante sus hijos”.
Para la Premio Nacional de Educación, Beatrice Avalos “no sé cuán efectivo sea esto en el largo plazo, aunque el mensaje es muy claro. Pero en todo esto lo más importante es el grado de autoridad que los padres tienen sobre sus hijos para que no participen en este tipo de cosas. Ahí esta la clave”. Dice que “perder clases siempre importa. Hay efectos curriculares porque hay menos tiempo para pasar materia, hay efectos en el ritmo de aprendizaje de los alumnos y en los hábitos de estudio y disciplinarios. Además, no todos aprenden con la misma rapidez, por lo tanto a los que más les cuesta, será a los que más afecte”.
En tanto Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar, sostiene que “hay menos efervescencia entre los estudiantes, hay una actitud firme del alcalde, la gente está menos empática con los destrozos y los padres están viendo los efectos de las tomas “. Y señala que además de no alcanzar a pasar todo el currículum, “lo más nocivo para los alumnos es que perder clases de esta manera genera una cultura de incumplimiento y poco rigor en jóvenes que están en desarrollo de su personalidad”.