Según un informe del Mineduc, un 52,6% de los graduados en 2015 lo hizo en la educación técnica.
En 2013 hacían falta 600.000 técnicos profesionales en Chile, según un informe publicado por la Sofofa. En el documento se evidenciaba la necesidad de ampliar la cobertura de este tipo de programas para que, en 2020, al menos un 60% de los titulados provinieran de la educación técnica.
Hoy, y tras el sostenido crecimiento que desde 2007 registra la matrícula de los Centros de Formación Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP), esa realidad está cada vez más cerca. El año pasado, por primera vez, los estudiantes titulados en CFT e IP superaron en cantidad a los provenientes de universidades, alcanzando un 52,6% del total de graduados, según un informe del Servicio de Información de Educación Superior del Ministerio de Educación (Mineduc).
De acuerdo al análisis, en 2015 se titularon 98.846 alumnos de CFT e IP, mientras que de universidades estatales y privadas fueron 89.176 (ver infografía).
La secretaria ejecutiva de Formación Técnico-Profesional del Mineduc, Marcela Arellano, señaló que “el aumento de los titulados de carreras técnicas y profesionales sin licenciatura contribuye a diversificar y agregar valor a las labores que desarrollan los sectores productivos del país, a través de la formación de alumnos que compartan este espacio vocacional y reconociendo sus potencialidades”. Agregó que la creación de 15 CFT estatales “permite saldar brechas con la educación superior técnica en términos de la presencia del Estado como proveedor de este tipo de formación y también respecto de su deber en el desarrollo de distintos territorios del país”.
Según Mathias Gómez, investigador de política educativa de Educación 2020, esta cifra aún está por debajo del promedio de la Ocde, que “tienen un profesional por cada tres o cuatro técnicos”. Sin embargo, dice que la tendencia es positiva, pues posiciona a las carreras técnicas “como una opción deseable para los estudiantes, rentable y que asegura un buen futuro laboral”.
Entre las instituciones con mayor número de titulados en áreas técnicas destaca AIEP, con 18.511 estudiantes, e Inacap, con 15.582.
El rector de AIEP, Fernando Martínez, atribuye la preferencia de los jóvenes por la educación técnico-profesional a la alta empleabilidad. “Nosotros tenemos 90% de empleabilidad a los seis meses de que los estudiantes se titulan. No nos importa sólo que la gente egrese, sino que encuentre empleo. Esta es una diferencia de la educación técnica respecto de la profesional universitaria: tenemos lazos directos con los empleadores”.
Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar, añadió que otro incentivo es la menor duración de las carreras: “Son atractivas para muchos jóvenes porque están mas adecuadas a sus capacidades y ofrecen una inserción laboral mas temprana”.
Ricardo Paredes, rector de Duoc UC, dijo que aún hay áreas por desarrollar. “Sigue habiendo un déficit de profesionales del área de la administración, que mejoren la gestión en la empresa mediana”.
Desafíos para el sector
Sobre las acciones que se deberían tomar para seguir potenciando la educación técnica, Arellano plantea necesario “generar una estrategia de desarrollo formativo productivo, apoyado en instrumentos que permitan contribuir al desarrollo de trayectorias educativo laborales”.
Por su parte, Mathías Gómez dice que se requiere un espíritu de formación continua, es decir, “salir de un colegio técnico para trabajar y así conocer el mundo laboral. Luego, seguir formándose en un CFT o IP, donde además se reconozcan los conocimientos del colegio y lo que se aprendió en el primer trabajo. Esa es una deuda que tiene el país”.
Gómez agrega que es importante una política que fortalezca el sector técnico: “La discusión de gratuidad está centrada en universidades, siendo que los CFT e IP hoy están abarcando una gran cantidad de matrícula”.
Paredes, además, sostuvo que la gratuidad aumentará el interés de los alumnos por ingresar a las instituciones elegibles. Sin embargo, dijo el académico, “nuestro plan de desarrollo no prevé, para el futuro cercano, un aumento sustantivo de vacantes, ya que hacerlo en el corto plazo, sin infraestructura adicional, puede comprometer la calidad de lo que entregamos”.
En esa misma línea, Figueroa señaló que “con estos antecedentes, es paradójico que el énfasis que ha puesto la autoridad en materias de financiamiento esté en el mundo universitario y no en el técnico. Vemos, a través de estos datos, que es preferido por un numero importante de alumnos, y donde, además, estudian quienes más necesidades económicas tienen”.
Por su parte, Martínez aseguró que las principales necesidades del sector son las becas y créditos. “La mayoría de estos estudiantes necesita ayuda estatal. Además, se debe reconocer a los estudiantes vespertinos, quienes, por trabajar, muchas veces quedan fuera de la ayuda. Finalmente, que se considere la educación a distancia, actualmente marginada, cortando oportunidades de estudios a miles de personas que no pueden acudir físicamente a una sede”.