Subir el NEM y mejorar el ranking de notas son los objetivos que tienen los programas para primero y segundo medio que algunos preuniversitarios están ofreciendo a partir de este año.
Y aunque la idea es valorada por los alumnos que asisten a estos cursos, para algunos expertos el aumento en la carga académica no es lo ideal.
El preuniversitario Cpech reconoce que este año 13 mil alumnos se matricularon en sus cursos para primero y segundo medio, programa que considera una clase a la semana, de una hora y media cada una, detalla José Pedro Canales, gerente general de la institución. Durante este período, los jóvenes refuerzan lo que aprenden en el colegio, y agrega que “desarrollan las habilidades básicas de cada asignatura, que son las fallas más comunes que les impide a los alumnos lograr un aprendizaje significativo en el colegio”.
El Preuniversitario Pedro de Valdivia también amplió su oferta a estos niveles y hoy cuentan con una matrícula de mil alumnos en estos cursos.
Hasta el año pasado el programa era piloto, pero -según explican- debido a los buenos resultados y a que los alumnos reportaron un buen rendimiento en sus colegios y mejoraron sus notas, se expandió a todas las sedes del país.
La principal razón por la que nació el programa es para “mejorar las notas del colegio, ya que hoy el NEM y el Ranking son importantes”, dijo Beatriz Rivera, directora nacional de Orientación del Pedro de Valdivia.
Una vez a la semana los alumnos deben asistir a clases. A ello se suma una sesión semanal de consulta individual con los profesores de la asignatura para aclarar dudas. Las clases se hacen de esta manera “porque sabemos que los alumnos son más chicos, por lo que la idea es que sea un apoyo”, sostuvo Rivera.
Críticas
De acuerdo al estudio Education at a Glance, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), en Chile los estudiantes pasan más de 8 mil horas en la sala de clases, casi mil más que el promedio de la Ocde.
Una carga que los expertos estiman alta y que ahora, además, muchos alumnos de los cuatro niveles de educación media, suman la asistencia a un preuniversitario.
Según Christian Sebastian, coordinador del área de psicología de la U. Católica y especialista en psicología educativa, estos nuevos programas son un reflejo de cómo está funcionando el sistema educativo chileno. “De alguna manera esto se debe analizar como que el colegio no está entregando el servicio que corresponde, por lo que los padres deben pagar por un servicio particular”, sostuvo Sebastian.
Una visión similar tiene Manuel Sepúlveda, director de Política Educativa de Educación 2020, quien remarcó que la educación chilena sí tiene un problema que dificulta que se alcancen todos los aprendizajes. En ese sentido, remarcó que las materias se deberían pasar durante las clases de la jornada escolar completa. “Uno esperaría que en un sistema en donde se cumplen ocho horas de clases en un establecimiento, se entreguen ahí todas las herramientas. No es correcto seguir escolarizando después de eso”, dijo Sepúlveda.
Estos cursos, agregó, “suben el promedio, que no es lo mismo que entregar mayor conocimiento para responder una PSU. Esto no es más que un reforzamiento particular que podría tener un estudiante”. Si bien Sepúlveda reconoce que es decisión de cada familia si matricula a su hijo en uno de estos cursos “estamos de acuerdo con que hay que velar por los tiempos de descanso y desarrollo que deben tener los jóvenes en su vida”.
Para Raúl Figueroa, director ejecutivo del Centro de Estudios Acción Educar, estos cursos son una respuesta esperable a ciertas políticas como el ranking de notas, que le da más prominencia a las calificaciones de enseñanza media. Además, “estos programas obedecen a la preocupación de las familias para que a sus hijos les vaya mejor en el colegio y suban sus notas para mejorar la posibilidad de entrar a la universidad”. Figueroa agregó que “si esto es bueno o no para los alumnos, depende del caso a caso y es una decisión de cada familia”.
Ante estas críticas, Rivera aclara que una sesión semanal no perjudica el tiempo disponible de los estudiantes, sino que “lo potencia, porque a los alumnos les quedan inquietudes en sus establecimientos con respecto a los contenidos de cátedra, y en vez de llegar a la casa a hacer las tareas, refuerzan el contenido. Nosotros lo vemos como una oportunidad y no un problema para los alumnos. Además, las notas de ellos sí suben”.
Por otro lado, Canales concuerda que el sistema escolar está sobrecargado de horas, pero no de productividad “nuestros programas en una hora y media a la semana son capaces de compensar años de déficit, por ejemplo, en compresión de lectura, por lo que es muy útil”, sostuvo.