En 2006 egresaron de enseñanza media 237.836 escolares. El 36,3% de ellos (86.279) ingresó a la educación superior al año siguiente. Según el director del Centro de Políticas Comparadas de Educación (CPCE) de la U. Diego Portales, Ernesto Treviño, esta cifra es alta dentro de América Latina, y enfatizó que “en Chile, 40% de la población en edad de asistir a la educación superior (18 a 24 años, aproximadamente) está matriculado en alguna institución. Se trata de una de las cifras más altas de la región”.
El Servicio de Información de Educación Superior (Sies) del Mineduc hizo un seguimiento a los egresados en 2006, para ver su comportamiento en el ingreso, permanencia y titulación del sistema. Seis años después, el 65,4% de los alumnos se había matriculado en alguna universidad, centro de formación técnica o instituto profesional.
El académico de la UDP José Joaquín Brunner destacó que el ingreso a una carrera, durante los seis años siguientes al egreso de la enseñanza media, de más de 155 mil alumnos “refleja lo que sucede en todo el mundo con sistemas de acceso masivo. Los jóvenes ingresan a la educación superior en un período variable entre los 18 y 25 años, y se matriculan, además, en muy distintos tipos de instituciones y programas”.
Según el estudio del Sies, a seis años de su licenciatura, los egresados de la generación 2006 aún registraban ingresos por primera vez a la educación superior. La postergación de estudios, indicó Treviño, “en muchos casos tiene que ver con la necesidad de los estudiantes de trabajar y generar ingresos. Este es un caso típico, mas no exclusivo, de los egresados de educación media técnico-profesional”.
Según el académico, muchas veces estos jóvenes ingresan al mercado laboral por necesidad; así reúnen recursos y experiencia que les permiten continuar sus estudios. “Dicha situación da cuenta de la alta valoración que tiene la población en Chile de la educación como medio para mejorar personal y profesionalmente”, sostuvo Treviño.
En este planteamiento coincide Leandro Sepúlveda, académico del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (Cide) de la U. Alberto Hurtado, quien subrayó que el ingreso a una carrera, incluso varios años después de salir del colegio, “muestra que las trayectorias educativas son más largas que hace 20 o 30 años, cuando una persona salía del colegio y, si podía, seguía estudiando”. “El resto comenzaba a trabajar y era difícil que después pudiera entrar a la educación superior”, agregó.
Según explicó Sepúlveda, la postergación de ingreso a educación terciaria “ocurre más con los alumnos de colegios técnico-profesionales, que son más pobres y necesitan trabajar para reunir los recursos”.
El secretario ejecutivo de Acción Educar, Raúl Figueroa, indicó que en Chile la educación superior ha experimentado un rápido crecimiento de su matrícula y, así, de su cobertura, “pasando de 14% en 1990 a 46% en 2011. Con esto vemos cómo el sistema se ha desarrollado bien y ha ido cumpliendo con el objetivo de ampliar el acceso a la educación superior”.
Figueroa destacó que “si uno extrapola las cifras de cobertura con 1990, ese año el ingreso tendría que haber sido cercano al 10%, y el 36,3% muestra un avance significativo en mayor acceso a la educación superior”.
Acceso por tipo de colegio
El análisis del Sies también muestra que si se considera el tipo de colegio, en el caso de los particulares pagados, el ingreso a educación superior el año inmediatamente después de egresar llega a 78,6%. Mientras que en los particulares subvencionados alcanza el 36,9%. Más abajo están los colegios municipales, donde el 28,4% entró a estudiar una carrera técnica o universitaria en 2007.
Respecto de esto, el jefe de Educación Superior del Mineduc, Francisco Martínez, destacó que “estamos trabajando en un sistema de educación superior que entregue mayores oportunidades a los estudiantes más vulnerables. Durante este año, el Mineduc comenzó la implementación del Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior (Pace), que permitirá garantizar un cupo a la universidad a los estudiantes meritorios, en un trabajo en conjunto entre colegios y Ues.”.
Agregó que “por otra parte, existe un compromiso de gratuidad en la educación superior, que será posible en las instituciones acreditadas que tengan, al menos, un 20% de estudiantes del primer y segundo quintil, asegurándonos de que exista una mayor integración y acceso de estos jóvenes a la educación terciaria”.