En Chile, el año pasado se impartieron 10.976 carreras y especializaciones en las universidades, institutos profesionales (IP) y centros de formación técnica (CFT). Sin embargo, sólo el 23,7% de estos programas estaba acreditado (ver infografía). Esto, según un informe del Servicio de Información de Educación Superior (Sies) del Mineduc.
El análisis se titula “Cifras regionales de la educación” y revela que las instituciones del Consejo de Rectores (Cruch) son las que tenían más programas acreditados en 2015, con un 39,7%. Le siguen los institutos, los que figuran con un 21,36% y luego las universidades privadas, con un 21,26%. En último lugar están los CFT con un 18,9%. En total, 76% de los programas de educación superior no está certificado.
En el sistema chileno existe la acreditación institucional y la de programas. La primera evalúa “el cumplimiento del proyecto de la institución, y la existencia, aplicación y resultados de mecanismos eficaces de autorregulación y aseguramiento de la calidad”, indica la información del Sies.
La segunda, según el mismo organismo, certifica la calidad de las carreras “en función de sus propósitos declarados y de los criterios establecidos por las respectivas comunidades académicas y profesionales”.
Son dos procesos distintos y ninguno es obligatorio. Sin embargo, la examinación de carácter institucional tiene mejores índices que la de carreras y especializaciones. El Sies indica que de las 126 instituciones de educación superior autónomas – es decir, facultadas para otorgar títulos -, 64% estaba acreditada.
“Existen muy pocos incentivos para la acreditación de programas, a diferencia de la institucional. Es por eso que los planteles han optado en su mayoría por no acreditar sus carreras”, explicó Cristóbal Villalobos, investigador del Centro de Políticas Comparadas de Educación (CPCE) de la U. Diego Portales (UDP).
El experto aclaró que los incentivos para la certificación de los planteles surgen de la posibilidad de recibir fondos públicos, ya que sólo si se cuenta con dicho requisito una casa de estudios puede optar a una beca o crédito estatal para sus alumnos.
¿Y afecta a la calidad de la educación impartida en el sistema de educación superior que exista una proporción tan baja de carreras acreditadas?
Cristóbal Villalobos asegura que la gente tiende a mirar el indicador institucional y a pensar que todas las carreras en ese plantel tienen la misma calidad. “Pero esto no es así, dentro de una misma institución pueden haber distintos niveles de calidad en los programas que ofrece”, aseguró el académico de la UDP.
Una postura más radical tiene Camila Rojas, presidenta de la Federación de Estudiantes de la U. de Chile (Fech) y vocera de la Confech. “Cuando cursamos un programa no se nos asegura una buena educación”, enfatizó la líder estudiantil.
“Estudiar en este país es bastante caro y, debido a la escasa calidad de los programas, nuestro futuro laboral en caso alguno está asegurado. Así lo comprueban las cifras de subempleo, que contemplan que más de la mitad de los egresados no trabaja en lo que estudió. Si a eso se le suma la deuda contraída, la postal es siniestra”, agregó Rojas.
Raúl Figueroa, director Ejecutivo de Acción Educar y ex asesor del Mineduc en el gobierno de Sebastián Piñera, manifestó que “la acreditación es útil y un elemento que entrega información a los estudiantes respecto de las características de cada programa. Pero que una carrera no este acreditada no significa necesariamente que sea de mala calidad”.
El experto agregó que “hay que distinguir además, entre aquellas carreras que ingresan al sistema de acreditación y fallan, y las que no se presentan”.
Acreditación obligatoria
La reforma a la educación superior implementará un solo sistema de acreditación, el que será obligatorio. La idea es que no existan planteles no acreditados como ocurre en la actualidad y para ello se debe abandonar el esquema de examinación voluntario.
Según el documento titulado “Resumen del contenido del proyecto de ley en educación superior”, la certificación será un proceso integral “que considerará el quehacer institucional y la calidad de los programas de estudio impartidos”.
Respecto a estos cambios, el Mineduc señaló que la reforma busca “lograr una mayor coherencia entre el nivel institucional y de carreras y programas”.
En esa línea, aseguraron que “se fortalecerá la mirada a las carreras” y se potenciará la coherencia al interior de la institución. Es decir, se buscará que haya una “señal de calidad concordante entre las políticas de gestión y cómo éstas se implementan en los programas que imparte una institución en todas sus sedes y modalidades”.
Todo esto, según el Mineduc, “plantea un rol más fuerte del Estado y de sus diferentes organismos públicos, lo que contribuirá al fortalecimiento de la calidad del sistema de educación superior en conjunto”.
Raúl Figueroa advirtió que se debe ser cauteloso al momento de diseñar un sistema así. “Si se va a hacer una acreditación obligatoria, es fundamental resguardar que el proceso asegure la autonomía de las instituciones. Porque un proceso obligatorio que además implique fuerte intromisión en la manera de llevar adelante los programas, puede ser negativo”, señaló Figueroa.
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