El estudio de Acción Educar coloca a la U. de Chile, PUC, U. de Concepción, UNAB y Usach en el tope de invetigaciones indexadas. Entre 2012 y 2020 el país tuvo un crecimiento en publicaciones científicas, y parte de ellas correspondió a universidades privadas. En nueve años, las instituciones de educación superior creadas después de 1980 han crecido más que las tradicionales, aunque aún están lejos de éstas en materia de productividad, excepto por la Universidad Andrés Bello, que desplazó a la USM dentro de las 5 mejores.
Por M. Rojas
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La Tercera recoge en un artículo el estudio de Acción Educar ‘Aporte de las universidades privadas a la investigación en educación superior’, el cual reveló que entre 2012 y 2020 estas instituciones de educación superior produjeron más del doble de publicaciones científicas indexadas por año, partiendo de 12.343 en 2012 y llegando en 2020 a 28.174. Esto significa un crecimiento total de 128% entre universidades estatales, privadas del G9 (consideradas tradicionales porque existen desde antes de 1980) y privadas creadas después de ese año (en adelante, ‘privadas’).
El trabajo de Acción Educar fue más allá: demostró que gran parte de ese incremento se debió al que experimentaron las universidades privadas. Porque si bien aún están lejos de los índices de productividad de las tradicionales -excepto la Universidad Andrés Bello (UNAB)-, sí tuvieron un crecimiento mayor. Si las instituciones estatales aumentaron un 118% y las del G9 un 85%, las privadas lo hicieron en un 309% en 2020 respecto de 2012. Como resultado de esto, la UNAB entró al grupo de las universidades con más publicaciones indexadas, ocupando el cuarto lugar.
A pesar de que las privadas son el grupo con menor cantidad de publicaciones totales, indica el documento, se observa que su crecimiento explica casi un tercio del aumento de investigaciones en estos nueve años, “siendo un actor cada vez más importante en la producción de conocimiento nacional”.
Francisco Alessandri, uno de los autores del análisis de Acción Educar, explica: “Las investigaciones académicas tienen varias caras y cada una posee su propia importancia. La investigación aplicada tiene el impacto en la sociedad más evidente, ya que permite desarrollar la industria, generar evidencia para las políticas públicas, apoyar el desarrollo regional. Ejemplos son investigaciones que ayudan a hacer la minería más sustentable, evaluar resultados de iniciativas educacionales o entender los efectos de la pandemia en los niños”.
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