Pese a que en Argentina existe gratuidad universal para las universidades públicas, un análisis comparativo del Centro de Estudios Acción Educar revela que este sistema “es regresivo, porque el gasto público llega a sectores más ricos que no necesitan de esa ayuda”, explicó su director ejecutivo, Raúl Figueroa.
De acuerdo al estudio, los sectores más ricos captan 2,5 veces más beneficios que los grupos de mayor vulnerabilidad, “lo que muestra ineficiencia en el gasto público”.
Figueroa explicó que Acción Educar hizo este análisis considerando que en Chile uno de los aspectos a los cuales se van a destinar los recursos de la reforma tributaria sería a la gratuidad universal en educación superior.
“Un sistema como el argentino no necesariamente muestra mejoras en equidad, calidad y eficiencia del sistema”, agregó Figueroa.
El asesor de la Ocde en políticas de educación, José Joaquín Brunner, planteó que “todo lo que señala este informe es correcto y confirma algo conocido: que la gratuidad de la educación superior favorece a los quintiles de mayores ingresos”.
A su juicio, además, ese sistema tiene otros dos efectos negativos. “Reduce la disponibilidad de recursos fiscales destinados a la educación preescolar y obligatoria, deteriorando la calidad de los resultados del aprendizaje de niños y jóvenes”. Y, añade, “la gratuidad de la educación superior ha traído consigo un alto gasto público en este nivel, junto con una baja eficiencia (pocos graduados), con altos costos por graduado, debido a la demora en completar estudios y escasa equidad, pues los graduados provienen desproporcionadamente de los dos quintiles más ricos”.
Según el académico, las políticas de educación superior de ese país deben ser un caso obligado de estudio para evitar cometer esos errores.
El director del Centro de Estudios sobre Políticas Públicas en Educación, Ernesto Treviño, estima que al existir gratuidad y admisión abierta, se corre el riesgo de que los sectores más aventajados socialmente aprovechen más las oportunidades que los sectores vulnerables, aunque dijo que “las diferencias entre Argentina y Chile no son muy elevadas”. Agregó que “cuando se hacen análisis por selectividad de las universidades chilenas se observa un patrón de segregación, donde la población con menos recursos asiste a instituciones de menor selectividad y/o calidad”.
Treviño planteó que en el sistema de educación superior chileno el problema es que, “salvo para quienes tienen beca, prácticamente todo el costo recae sobre las familias. En Argentina no es así”. En Chile, agregó, “los estudiantes que obtienen créditos -terminen o no la educación superior- acarrean una mochila grande a cuestas”.
A juicio del investigador, el sistema de educación de Chile no debiera buscar parecerse al de Argentina. “Más bien, debemos buscar fórmulas de política educativa que garanticen mayor equidad en el acceso y finalización de la educación superior, y que esto ocurra tanto en instituciones selectivas como no selectivas”.
Tasa de titulación
El análisis también arrojó que de cada 100 alumnos nuevos en las universidades argentinas, sólo 27 se titulan, mientras en países como Brasil esas tasas llegan al 50%, en México al 61% y en Japón, al 91%. En Chile, el indicar es de 59%.
La investigadora del Centro de Estudios Públicos (CEP) Sylvia Eyzaguirre opinó que el trabajo muestra que a pesar de la gratuidad de la educación superior en Argentina, “el acceso sigue siendo dramáticamente inequitativo”.
Por otro lado, el académico de la U. Alberto Hurtado Juan Eduardo García-Huidobro planteó que los problemas en Argentina se producen porque es un sistema no selectivo, que no tiene barreras de ingreso y el estudiante no pierde la gratuidad si deja de cumplir académicamente. “Si hay un sistema gratuito, debe tener dos ingredientes: una admisión exigente y un mecanismo en el que la gratuidad dure lo que dura la carrera”.