El monitoreo realizado por el Ministerio de Educación, académicos de la Escuela de Gobierno y el Instituto de Sociología UC y el CIAE de la Universidad de Chile, con el apoyo del Centro de Políticas Públicas UC, determinó que en el caso de los recintos de Fundación Integra y los particulares pagados, tres de cada cuatro en Fase 2 o superior ha abierto, mientras que las instituciones administradas en su mayoría por municipios o servicios locales, solo uno de cada tres lo ha hecho. Sondeo muestra las diferencias entre niños que acuden a recintos de distintas dependencias en términos de conectividad, disposición a abrir y apoyo directo de educadores.
Por Roberto Gálvez
La tendencia que exhibieron los colegios de la Región Metropolitana la semana pasada se mantiene en el caso de los establecimientos de educación parvularia: la apertura a la presencialidad se presenta mayoritariamente cuando el sostenedor es privado o es el Estado (a través de Fundación Integra). Mientras que las instituciones municipales, Vía Transferencia de Fondos (VTF) o dependientes de Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) son más reacias al retorno. Asimismo, casi la mitad de los recintos de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) que se encontraban de Fase 2 hacia arriba abrieron.
Así lo reflejan los resultados de la Encuesta Nacional de Monitoreo de Establecimientos de Educación Parvularia en Pandemia a los que tuvo acceso La Tercera y que fue realizada a 2.934 instituciones educativas de todo Chile entre el 26 de abril y 3 el de mayo pasado.
En esta se da cuenta de que tres de cada cuatro recintos de Fundación Integra o particulares en Fase 2 o superior ha abierto, mientras que solo una de cada tres instituciones administradas en su mayoría por municipios o servicios locales lo ha hecho. Además, el 45,3% de los recintos Junji de Fase 2 hacia arriba retornaron a la presencialidad.
“El caso de los jardines infantiles VTF hay que entenderlo por su contexto particular, ya que en su gran mayoría dependen de las municipalidades y estamos en pleno período electoral, que obviamente afecta todos los ámbitos del gobierno local, incluyendo la apertura de los establecimientos educacionales”, señala María Jesús Honorato, subsecretaria de Educación Parvularia.
Lo preocupante es que las cifras también arrojan que cerca del 20% de los niños y niñas en niveles de sala cuna o transición que se encuentran sin actividades pedagógicas presenciales no participa de ningún tipo de actividad educativa, mientras que en los establecimientos con presencialidad, un 13% de los niños y niñas en sala cuna y nivel medio no participó de actividad educativa alguna.
“Vemos una baja asistencia de niños y niñas a jardines infantiles si consideramos los aforos máximos permitidos, menor incluso que la de la educación escolar, lo que nos da cuenta de que la educación híbrida se mantendrá, incluso, en establecimiento con reapertura, y es un tremendo desafío, porque tampoco sabemos aún cómo estamos impactando en niños y niñas”, expone Juan Pablo Valenzuela, investigador CIAE y académico IE de la Universidad de Chile.
Los datos señalan, además, que el 58% de los establecimientos con actividades pedagógicas presenciales recibió a sus párvulos todos los días, aunque la mayoría con una jornada reducida en comparación a su habitualidad. El otro 42%, en tanto, usó un sistema de turnos.
¿La asistencia? El estudio refleja que las instituciones recibieron en promedio un 33% de su capacidad máxima. Eso sí, las diferencias son evidentes entre particulares (75% de asistencia) y aquellos dependientes de Fundación Integra, Junji y VTP municipales (entre un 27% y un 30%).
“Si bien la parte económica y cómo los establecimientos se pueden sostener es sumamente importante, porque nuestro funcionamiento está ligado al pago de mensualidades por parte de los papás, siempre el foco principal para volver ha sido el contacto directo con los niños. La educación parvularia se basa en experiencias de aprendizaje, donde el adulto siempre va a ser el guía y que el niño vaya sociabilizando con los compañeros, las educadoras y las asistentes”, expone Bárbara Aguilera, sostenedora de un establecimiento y coordinadora de la Agrupación de Salas Cunas y Jardines Infantiles Particulares.
En tanto, Pía Turner, encargada de proyectos de Acción Educar, centro de estudios sobre educación, analiza: “No es de extrañar que jardines infantiles dependientes del sector público estén presentando mayores dificultades para abrir, ya que los gremios se han mostrado constantemente contrarios a ello e incluso se han ido a paro”.
“Por otra parte, al estar cerrados por tanto tiempo, los establecimientos han necesitado ser reacondicionados para recibir de nuevo a sus comunidades, lo que es lento por toda la burocracia con la que funciona el sistema público”, agrega. “Aquellos establecimientos que son particulares tienen más presión por abrir, dado que dependen del pago de los apoderados, lo que, en el contexto de esta pandemia, ha devenido en la quiebra de muchos de ellos”, afirma.
¿Ganas de abrir?
Un 47% de los encuestados no ha realizado actividades presenciales desde hace un año o más. Dentro de las conclusiones de la encuesta se destacan dos razones principales de parte de los encargados para no abrir: 18% declara que está con obras de infraestructura y 52% dice que no hacerlo es decisión del sostenedor. En tanto, un 63% de los recintos en comunas en Fase 1 asegura estar preparado para abrir de forma presencial cuando se pueda y un 62% tiene planificada la apertura. Eso sí, solo un 21% de los municipales está dispuesto a esto.
“Nos alegra constatar que el 63% de los jardines infantiles que se encuentra en cuarentena se declara preparado para retomar actividades presenciales y que tiene contemplado abrir cuando su comuna avance de fase. La apertura no es un proceso improvisado. Detrás hay una comunidad comprometida, que ha trabajado seriamente los protocolos para recibir a niñas y niños en un espacio seguro y así entregar confianza a las familias”, expresa la subsecretaria Honorato.
En ese sentido, Aguilera, de la agrupación de instituciones particulares, explica que sus párvulos “no tienen acceso a una educación pública gratuita, porque sus apoderados no están dentro del rango de la vulnerabilidad. Algunos tienen trabajos esenciales y cuando nuestros establecimientos están cerrados, los apoderados lamentablemente tienen que acercarse a personas que no están calificadas para atender a sus niños”.
Y añade: “Nosotras abarcamos a una población que sigue normas de cuidado e higiene y la realidad que ellas (establecimientos no particulares) tienen es sumamente entendible (…). Nuestros establecimientos son mucho más pequeños y en una sala tampoco es que vaya a haber 40 niños, es más fácil tener un control exhaustivo. En el servicio público eso no se puede hacer, y como jardines particulares aún lo podemos manejar”.
En tanto, Pía Turner, de Acción Educar, asevera que “un jardín infantil que atiende a segmentos de menores recursos no abra cuando puede hacerlo es extremadamente grave, ya que la educación inicial es una etapa clave para disminuir las brechas de oportunidades que se dan entre los diferentes hogares”.
La experiencia de cada quien
¿Cómo lo hacen quienes han abierto? ¿Qué medidas toman? ¿Qué herramientas utilizan los que no han vuelvo a la presencialidad?
Son otras de las respuestas que deja el documento: un 93,6% de los encuestados tuvo actividades remotas y el 72,1% de los niños y niñas cuentan con conectividad suficiente. Las diferencias, sin embargo, otra vez saltan a la vista entre los particulares pagados y el resto de los establecimientos educacionales: 93,5% de la matrícula tiene buena conectividad en el caso de los primeros y entre 65,4% y 76,3% en el caso de los segundos.
Cuando hay dificultades, dice el estudio, la mayoría se mantiene en contacto con sus párvulos a través de llamados telefónicos (85%) o entrega directa de materiales (61%). Así, también, las herramientas más usadas para la realización de actividades remotas son las dos ya mencionadas, además de tecnologías como WhatsApp y videos de YouTube.
En esa línea, solo el 26% de todos los establecimientos que tuvieron actividades remotas lo hicieron en tiempo real con la educadora, pero las diferencias por cada tipo de institución es elocuente: en particulares pagados y escuelas de lenguaje fue de 63% y 58%, respectivamente, en los centros de Fundación Integra 6%, en Junji 19%, en VTF municipales 19% y en VTF SLEP 22%.
“Hemos aprendido que hay muchas formas de ofrecer actividades pedagógicas presenciales. Algunos eligen priorizar recibir grupos pequeños, como aquellos niños o niñas con rezago o con menos oportunidades en sus hogares. Podemos aprender mucho de los equipos que están constantemente buscando cómo aumentar las oportunidades de desarrollo para sus párvulos y estudiantes”, cierra Susana Claro, profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica.