Distintas voces se han alzado luego del anuncio del Mineduc de pedir su suspensión para este año, lo que llevó a que se analice eliminarlo (o reemplazarlo) definitivamente. Aquí, dos expertos argumentan a favor y en contra de él.
“A propósito de este diagnóstico de agobio, junto con la Agencia de Calidad de la Educación hemos solicitado al Consejo Nacional de Educación la suspensión durante el año 2022 del sistema de medición de aprendizajes”. El miércoles 13 de abril y en el contexto del balance del primer mes de retorno a las clases presenciales, así anunció Marco Antonio Ávila, ministro de Educación, la idea de su cartera de no realizar la prueba del Sistema de Medición de la Calidad de Educación (Simce) en este periodo y por tercer año consecutivo.
Alejandra Falabella es directora del doctorado en Educación de las universidades Diego Portales y Alberto Hurtado, además de ser investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación de esta última institución. Su bagaje en materia educativa es innegable y su postura frente al Simce, muy clara. “No puede ser que nos guiemos por una prueba y no por el currículum central”, dice. Y añade: “Fue en los 2000 cuando se creó la ‘meta Simce’ y ya no era solo una evaluación, sino lo que pasaba a guiar y eso es un error tremendo”. Esto, asegura, “empobreció la educación y no responde a los desafíos de hoy”.
“El Simce caducó, no funciona, se creó en 1968 y ¿ha mejorado el sistema? No. ¿Mejoró como herramienta? Tampoco. Es un modelo fracasado, que implica plata, tiempo, y energía. El sentido de cualquier evaluación es mejorar y lo que hace el Simce es empeorar el sistema”, señaló.
Por su parte, el director ejecutivo de Acción Educar, Daniel Rodríguez, señaló que “en políticas públicas no se puede pensar que la perfecta es la que no tiene externalidad negativa. El Simce, sus beneficios, tienen más valor para el país que las externalidades negativas”.
En ese sentido, ejemplifica con la prueba de acceso a la educación universitaria: “Las consecuencias para los estudiantes son tremendamente significativas si le va bien o mal, y eso una externalidad negativa que hay que estar dispuestos a asumir”.
Por eso, asegura que hoy el Simce cumple un rol central: “Es el instrumento que organiza y estructura el sistema de aseguramiento de calidad y ha permitido monitorear el sistema desde al menos 15 años”. Y añade: “Es el principal indicador con que contamos para evaluar la política pública. Si uno hace una recopilación, la mayoría de las reformas se evalúan con el Simce. El rol es central”. Eso sí, asegura, “como todo, es mejorable y quizás sí sería interesante modernizarlo”.
¿Cómo propone esto último? A través de una aplicación digital, la que cree tiene varias ventajas, como entregar resultados inmediatos, lo que lleva a una evaluación adaptativa según lo que va contestando el alumno, además de incluir videos o audios. “Si se pudiera avanzar en ese tipo de pruebas estaríamos en otro nivel”, asegura. Esto, eso sí, implicaría uso de tecnología, uno de los principales problemas que se vieron con la educación a distancia en la pandemia. “Es uno de los limitantes”, advierte.
Rodríguez, además, retruca a quienes arguyen que los resultados del Simce no son del todo objetivos, en el entendido de que las escuelas preparen a sus alumnos para darlo. “Siempre que mides alteras lo medido -en la PSU es así- y vas a tener ese problema, no es un argumento”. Además, entrega sus razones de por qué cree que se ha buscado suspender o incluso eliminar la prueba. “Hay una búsqueda bastante clara de seguir a pie juntillas la agenda del Colegio de Profesores por parte del ministro Ávila”, asevera. Pero, ¿por qué la gremial no querría más Simce? “No quieren rendir cuentas, y si un sistema no rinde no se puede mejorar”, dice.
En ese sentido, cree también que, independiente de lo que ocurra a futuro con la medición, suspenderla este año es “la peor decisión, porque justamente ahora es cuando más necesitamos contar con un diagnóstico y ningún instrumento planteado hasta ahora puede cumplir ese rol. Nadie sabe cuál es el real daño de la pandemia en términos de aprendizaje, solo se opina. Por supuesto que a mediano plazo es posible ponerla en discusión, pero no ahora”.